jueves, 12 de junio de 2008

La muerte, primera parte

Cuando yo era chico, la gente se moría menos. Aún siendo conciente de que en determinado momento, o por ciertas circunstancias, las personas mueren, tal acontecimiento era excepcional y siempre distante en mi universo infantil.

Fue a partir de mi adolescencia que empecé a notar cómo más gente a mi alrededor moría: mi abuelo paterno, una compañera de clase, el padre de un amigo. Pero no sólo personas más o menos cercanas a mí. Cada vez con mayor frecuencia morían conocidos de la familia, vecinos de toda la vida, y en especial, amigos y parientes de mis abuelos.

Hacía tiempo ya que había llegado a la conclusión de que la muerte no tiene nada que ver con los muertos. Es un asunto exclusivo de los vivos. Nunca entendí la parafernalia de velorios, entierros y ceremonias solemnes, las mentiras panegíricas y la estupidez esa de que la única muerte es el olvido. Los muertos no son más que simples pretextos.

Ahí están, para los que desconfían, mis abuelos. La muerte de viejos amigos, o vecinos, les sirve de excusa para encontrarse con otros viejos amigos y vecinos, para el chisme y la lamentación estereotipada, para la humana y vital necesidad de comunicación. Poco a poco, velorios y entierros se van convirtiendo en sus más importantes reuniones sociales.

Allí, casi no hay dolor. El verdadero dolor hay que buscarlo en las otras muertes.


domingo, 11 de mayo de 2008

Sobre héroes e idiotas

...Se muere como héroe o como idiota,
lo cual es exactamente lo mismo

escribió Francis Picabia, allá por 1920, en su maravilloso Manifiesto Caníbal Dadá, y como cada frase de éste, es un disparo al corazón de la sensibilidad moderna.

¿Qué es un héroe? Más allá de que todo héroe es una creación póstuma, un invento de otros, ¿qué hace que alguien sea un héroe? ¿Qué define al heroísmo?

No es posible separar al heroísmo del altruismo. Uno implica al otro, y cualquiera dotado del otro tiene madera para el uno.El héroe antepone las prioridades de los otros a las propias, pero va más lejos, al punto del sacrificio, allí donde el bien de los otros se funde con los ideales defendidos hasta la muerte.

La muerte. La muerte por los otros, el acto supremo del sacrificio heroico; el punto crítico.

Se cantarán alabanzas en su memoria, suya será la gloria eterna, la sola mención de su nombre llenará de emoción a las almas sensibles. Pero él, está muerto. Pudiendo elegir vivir, eligió la muerte. ¿Acaso no es éste el acto supremo de la idiotez?


miércoles, 16 de abril de 2008

El cancionero del perverso

Allá por el 1900, cuando el amigo Freud comenzaba a dar a conocer su obra, nos encontramos con una concepción bastante circunscripta, y amplia a la vez, de lo que es una perversión: cualquier comportamiento humano de cariz sexual que no estuviera orientado a la cópula con fines reproductivos. Por supuesto, en aquel entonces, y a nivel de los discursos hegemónicos tanto de la religión como de la ciencia, dicha concepción implicaba grados mayores o menores de inmoralidad, aberración o enfermedad. Así, es en esta época que comienzan a ser identificadas las clásicas: fetichismo, voyeurismo, onanismo, homosexualidad, y la pareja estrella sadismo-masoquismo.

Si algo descubrió el Sigmund, o al menos puso de relieve, fue que las perversiones no son ajenas a las personas "normales" o "sanas"; de hecho, y esto no era menor, no hay una diferencia de naturaleza entre el "perverso" y el "normal". ¿Cómo iba a haberla, si hasta el besar podía ser caracterizado como una forma de perversión? En mayor o en menor medida, todas las personas tienen rasgos perversos. Pero, ¿a qué se debía esto?

Según la teoría de Freud, las raíces de las perversiones debemos buscarlas en la infancia, puesto que allí es donde comienza el desarrollo psicosexual de las personas. Desarrollo que se da en etapas (oral, anal, fálica, etc.), en cada una de las cuales el placer se obtiene de diferentes formas, y procede de diversas fuentes. Pero en la infancia, como es evidente, no vamos a encontrar que todo esto esté orientado hacia la procreación ni el sexo genital; de allí la famosisíma definición del niño como un "perverso polimorfo".
Las perversiones, entonces, serían producto de fijaciones a determinados aspectos de esas etapas infantiles, por dos motivos: bien por la falta de una adecuada gratificación, o bien por una excesiva impresión (gratificante o no).
Así, la clave para alcanzar la "normalidad" (entendida en este caso como el cumplimiento de la "norma" de desarrollo ontogenético), en todo caso, será subordinar e integrar todos estos comportamientos al fin último de la sexualidad "normal".

Hoy, más de un siglo después, nos encontramos con que las viejas perversiones han sido rebautizadas con el término más elegante (y soso, a qué dudarlo) de parafilias. Ya no se las considera, en general, como una aberración ni como una enfermedad, siempre y cuando no causen dificultades o sufrimiento a la vida de la persona, y sean inocuas para los demás. Personalmente, no las considero un problema en sí (por ejemplo, "enfermedades") en ningún caso.
Una ojeada al artículo de la Wikipedia (tanto el español como el inglés) nos muestra una lista de parafilias que aún siendo parcial es asombrosamente exhaustiva. Víchenla, que hay para todos los gustos.

***

Rammstein fue uno de mis descubrimientos del año pasado. Aquí mencioné mi primer contacto con los alemanes, a través del video de Rosenrot. Desde que no sé alemán, resulta evidente que la atención vino por el lado de lo sonoro (y lo visual).
Pero más tarde, indagando en las letras, fui confirmando algo que ya había sospechado a través de varios videos: la recurrencia (estoy tentado a decir casi que obsesiva) a temas sexuales, con una variedad y un nivel de provocación como nunca antes había conocido en una banda de música.
Me podrán decir que cosas como la cumbia villera o el reggaeton son igualmente recurrentes sobre dichos temas, pero no hay comparación. Uno escucha una letra de cumbia villera y escuchó todas; lo mismo con el otro estilo. Las letras de Rammstein (que no es un estilo, sino sólo una banda) no llegan nunca a tal grado de repetición (cosa que sí sucede a veces con su música), amén del nivel lírico y cultural de que hacen gala.

¿Pero acaso no acabo de decir que son recurrentes? Sí, lo son: sus canciones son un catálogo de perversiones. No es el único tema sobre el que han compuesto, pero sin dudas es el más explorado. Ya con sorna o en plan de ridículo, ya con angustia o con sombría violencia, he aquí el cancionero del perverso.


Sadismo

Para empezar, dos de los ejemplos más jodidos, y probablemente los mejor logrados. Dos canciones que recuperan el espíritu romántico del gusto por lo macabro. Dos piezas dignas del mejor Poe.

Klavier (Piano)

Me dicen
"Abre esta puerta"
La curiosidad se vuelve un grito
¿qué puede haber detrás suyo?
Detrás de esta puerta
hay un piano
Las teclas están cubiertas de polvo
Las cuerdas están desafinadas
Detrás de esta puerta
ella se sienta al piano
pero ya no toca
oh, eso fue hace tanto tiempo...

Allí, junto al piano
Yo la escuchaba
y cuando su pieza comenzó
contuve la respiración

Ella me dijo
"Siempre estaré contigo"
pero sólo parecía
que tocaba para mí solo
Derramé su sangre
en el fuego de mi ira
Cerré la puerta con llave
Preguntaban por ella

Allí, junto al piano
Yo la escuchaba
y cuando su pieza comenzó
contuve la respiración
Allí, junto al piano
yo estaba a su lado
parecía
que ella tocaba para mí solo

La puerta está abierta
oh, cómo gritan
escucho a madre suplicar
padre me está golpeando
Se la llevan del piano
y nadie aquí me cree
que estoy enfermo de muerte
de la tristeza y el hedor

Allí, junto al piano
Yo la escuchaba
y cuando su pieza comenzó
contuve la respiración
Allí, junto al piano
ella me escuchó
y cuando mi pieza comenzó
ella contuvo su respiración.



Stein um Stein (Piedra sobre piedra)

Tengo planes, grandes planes
Te voy a construir una casa
Cada piedra será una lágrima
Y nunca te volverás a mudar
Sí, te voy a construir una casita
sin ventanas, sin puerta
Será oscura por dentro
No le entrará ninguna luz

Sí, te haré un hogar
Y vas a ser parte de él

Piedra sobre piedra, te emparedo
Piedra sobre piedra
Siempre estaré contigo

Sin ropas, sin zapatos
me mirás trabajar
con tus pies en el cemento
reforzás los cimientos
Afuera habrá un jardín
y nadie te escuchará gritar

Piedra sobre piedra, te emparedo
Piedra sobre piedra
Siempre estaré contigo

¡Qué golpeteo! ¡Qué martilleo!
Afuera está empezando a oscurecer
Todos los clavos están en su lugar
cuando los clavo en la madera de tu cuerpo

Piedra sobre piedra, te emparedo
Piedra sobre piedra
Y nadie te escuchará gritar


Hermosísimas canciones, que sólo pueden ser apreciadas con sus músicas y su interpretaciones vocales. No dejen de escucharlas.


Masoquismo

Küss mich Fellfrosch (Bésame pelo de rana)
Sin rodeos: una mujer desea que le practiquen sexo oral y ser fingered (disculpen, pero no hay equivalente en castellano), pero es muy fea y sabe muy mal, por lo cual se ve frustrada. Cuando lo consigue, es maltratada y golpeada, pero no le importa. El pelo de rana alude al vello púbico femenino.
Alemán-inglés / alemán-español


Sadomasoquismo

Wollt ihr das Bett in Flammen sehen? (¿Quieres ver la cama en llamas?)
Primera canción del primer disco. Sangre, puñales y sábanas. "El sexo es una batalla, el amor es guerra."
Alemán-inglés / alemán-español


Bück dich (Inclínate)
Dominador y dominado, desde la óptica del primero. El video es imperdible si uno quiere captar cómo la banda se toma estas cosas. Mal gusto y humor grosero (la parte interesante empieza a los 2:15, miren el video a partir de ahí).
Alemán-inglés / alemán-español


Surtido

Spiel mit mir (Juega conmigo)
Incesto entre hermanos varones. Así de simple.
Alemán-inglés / alemán-español


Laichzeit (Época de desove)
Más incesto, ahora con zoofilia incluida. Madre, hermanas, perro, nadie se salva en esta orgía perversa.
Alemán-inglés / alemán-español


Tier (Bestia)
Incesto y pedofilia, entre un padre y su hija. Una vuelta sádica pone el asunto más interesante.
Alemán-inglés / alemán-español


Weisses Fleisch (Carne blanca)
Pedofilia y violación, una joyita de expresividad y potencia lírica.
Alemán-inglés / alemán-español


Mein Teil (Mi pedazo)
"Eres lo que comes". En rigor, esta sería una forma de sadomasoquismo, pero es tan extrema que merece un lugar aparte. Basada en la historia del caníbal de Rotemburgo, recrea ese episodio desde la óptica de ambos participantes. El pedazo del título es una referencia al pene de la víctima, cortado, cocinado y comido antes de que ésta se desmayara por la pérdida de sangre. Increíble exhibición de mal gusto en el video, e imperdibles las actuaciones en vivo.
Alemán-inglés / alemán-español


Heirate mich (Cásate conmigo)
Nuevamente la sombra de Poe ronda por estos parajes. No diré nada, lean la letra. Pero les advierto que no es para cualquier estómago.
Alemán-inglés / alemán-español


Si bien no tratan sobre perversiones, temas sexuales también son abordados en otras canciones: Rein raus (Adentro afuera), Zwitter (Hermafrodita), Te quiero puta!, Du riechst so gut (Hueles tan bien). Si creen ser abiertos, tolerantes y se espantan frente a la homofobia, los desafío a que miren el video de Mann gegen Mann.
Amour es una lograda expresión de amor sexual, y la brillante Feuer und Wasser (Fuego y agua), la expresión de la angustia frente a lo que no será.

Para terminar, y para que vean que estos enfermitos también son capaces de componer otro tipo de excelencias, los dejo con la bellísima Seemann.




Seemann (Marinero)

Sube a mi bote
Se avecina una tormenta
y está anocheciendo

¿Adónde quieres ir?
Tan completamente sola
Vas a la deriva

¿Quién sostendrá tu mano
cuando seas arrastrada
hacia abajo?

¿Adónde quieres ir?
Tan ilimitado
el frío mar

Sube a mi bote
El viento otoñal
mantiene la vela henchida

Ahora estás allí, al pie del faro
con lágrimas en tu rostro
La luz del día cae por el costado
El viento otoñal barre las calles vacías
Ahora estás allí, al pie del faro
tienes lágrimas en el rostro
La luz de la tarde ahuyenta las sombras
El tiempo se detiene y llega el otoño

Sube a mi bote
El anhelo será
el capitán

Sube a mi bote
pues yo era
el mejor marinero

Ahora estás allí, al pie del faro
tienes lágrimas en el rostro
Tomas el fuego de la vela
El tiempo se detiene y llega el otoño

Sólo hablan de tu madre
Sólo la noche es tan despiadada
Al final, sin embargo, me quedo solo
El tiempo se detiene
y tengo frío...

domingo, 6 de abril de 2008

Mis imprescindibles


Todos contamos en nuestros particulares acervos musicales, con discos que han ganado nuestros corazones, a fuerza de calidad, de ligazón con algún momento en nuestras vidas especialmente significativo, o ambos. O sencillamente sin ningún motivo racional.
¿Qué criterios uso para meter a un disco en esta lista? El principal es que puedo escuchar del primer tema al último sin saltearme ninguno, o a lo sumo dos o tres. O sea, la obra en su conjunto debe gustarme, y no sólo un par de canciones. Y el otro, no menos importante, todos ellos han sabido erizarme la piel.

Helos aquí, y en orden cronológico de escucha, mi versión de los discos que me llevaría a una isla desierta (con el correspondiente reproductor a energía solar o en su defecto a manija).


Californication
Red Hot Chili Peppers

Este siempre va a tener un lugar especial en mi corazón, ya que fue el primer disco de rock que tuve y que escuché, y con el cual se me abrieron las puertas a ese universo musical. Una obra excelente, por demás, que reparte por igual potencia y sensibilidad, que va de la distorsión desenfrenada a la más exquisita delicadeza, de Around the world a Road Trippin'. Road Trippin', pequeña obra maestra, el cierre perfecto.
Por mucho tiempo, Otherside fue mi canción favorita, con una letra tan críptica como cautivante. Varias de las canciones fueron grandes hits, con sus correspondientes videos, y varias más podrían haberlo sido.
Un clásico, producto maduro de una banda madura.

Temas que me salteo: Get On Top (olvidable, mucho más puesto entre Otherside y Californication), I Like Dirt. Y no, no me salteo Porcelain.


(Alguno de los sigiuientes): The Piper at the Gates of Dawn, Meddle, The Dark Side of the Moon, The Wall, The Final Cut
Pink Floyd

Sencillamente no puedo decidirme, y me parece una exageración meter a todos. Así que si un loquito me pusiera un revólver en la cabeza y me obligara a elegir, haría ta te tí. Pink Floyd es mi banda más favorita de todos los tiempos; en rigor cronológico, debería poner en la lista a The Wall. Pero no puedo obviar a los otros, cada uno tiene lo suyo, y a excepción de Meddle, los considero obras maestras, que marcaron su tiempo y que señalan la evolución de una de las bandas más importantes de la historia. Y por supuesto, me encantan.

Temas que me salteo: contando todos los discos, no me saltearía más de cinco canciones. Sí, así de fanático.


Unplugged in New York
Nirvana

Probablemente, el mejor de los Unplugged, lo cual ya es decir. Nirvana ocupa un lugar muy importante para mí. Sin ir más lejos, en la pared detrás de mi computadora hay un retrato a lápiz de Cobain, y en el escritorio al lado del monitor descansa la biografía del cantante escrita por Charles R. Cross. Como muchos de mi generación, encontré en la música de Nirvana un espejo. Un espejo roto.
Si bien su sonido característico nada tiene que ver con el desplegado en el Unplugged, es éste el disco que nunca me acalambra el oído, que puedo escuchar de corrido y que me emociona de principio a fin. Por supuesto que todo esto se ve potenciado al ser una especie de despedida de Cobain, vista la secuencia de acontecimientos en retrospectiva. Pero no le quita valor. ¿Cómo podría, para qué agregarle significados a posteriori? Suspendamos la reflexión, la lógica y el pensamiento, y quedémonos sólo con los ojos azules abiertos de repente, y el grito agónico, el grito final y desgarrador de la última canción.


Amused to Death
Roger Waters

Un disco que no tiene nada que envidiarle a los mejores de Pink Floyd. No es de extrañar, teniendo en cuenta que la misma mente que estuvo detrás de cosas como The Wall, haya sido la que realizó esta excelencia.
Una obra conceptual en la mejor tradición floydiana, en la vertiente que lleva el sello característico del señor Waters. Letras brillantes, música precisa, efectos que logran atmósferas perfectas. La idea central, cuando no, es una crítica ácida (¿o debería decir amarga?) de la sociedad contemporánea. Todas las canciones tienen su razón de ser; pasan de la ironía a la amargura y el dolor más profundos. Pocas canciones me han emocionado tanto y me han generado mayor empatía, al punto de hacerme brotar una lágrima, como Watching TV, el desconsolado llanto por una muchacha asesinada en la masacre de Tiananmen. Aquí la letra.
¿A qué lleva nuestra sociedad según Waters? A la extinción, luego de una fiesta mundial. Al final, alienígenas desembarcan en nuestro planeta, encontrando nuestras sombras alrededor de las TVs. Sus antropólogos investigan minuciosamente, hacen todas sus pruebas, pero siguen estupefactos. No pueden más que admitir la única explicación que resta: esta especie se ha divertido hasta morir.

Otras canciones: Perfect Sense (letra), The bravery of being out of range (letra)


Disintegration
The Cure

¿Cómo hacer una canción sobre el amor después de esta obra? Es tan sublime, tan perfecta, son tan acordes las letras con la música, que no sé cómo expresarlo...
La melancolía la impregna de principio a fin, y es inevitable que brote la propia melancolía, los recuerdos de lo que pudo ser, y los recuerdos de lo que no fue. Plainsong, Pictures of you, Last dance, escuchen esas canciones y comprenderán lo que les digo.
Es un disco tan enorme que la única canción que le sobra (Lullaby, que no tiene nada que ver con el concepto de la obra) es también excelente.
No puedo agregar mucho más. Aquí hay una buena reseña, y aquí lo pueden descargar.


Toxicity
System of a Down

Este es el más dudoso de toda la lista. SOAD es una de mis bandas favoritas, pero ninguno de sus discos me termina de convencer como obra en sí. Algo parecido a lo que me sucede con Rammstein: me gustan muchas de sus canciones, pero están desperdigadas por todos los discos.
De todas formas, no puedo dejar afuera al Toxicity. Quizás no sea tan bueno como el System of a down, el anterior y debut de la banda, al menos musicalmente, pero sus letras nunca dejan de emocionarme. Chop Suey es ya un clásico, y en cada canción Serj Tankian derrocha talento sacando a relucir su maravillosa voz. La pista escondida, después de la impactante Aerials, una pieza litúrgica de la Iglesia Armenia, es fascinante. Todo el disco es una muestra de potencia, con abruptos cambios de ritmo y la consolidación de un estilo interesante, que luego se haría demasiado repetitivo.


OK Computer
Radiohead

Obra Maestra, una de las cumbres musicales de los '90. Una desencantada y profunda visión posmoderna de la sociedad occidental más avanzada. La otra cara de la moneda posindustrial. La neurosis, la neurosis incurable, irreversible, que termina consumiendo las vidas grises y huecas de las personas que deambulan por este paisaje del fin de la historia.
No voy a agregar más. No pierdan más tiempo y escuchen ya esta crónica del ocaso de Occidente.


Unplugged
Alice in Chains

Si el de Nirvana es el mejor Unplugged emocionalmente hablando, este es el mejor en términos objetivos. Una selección de "grandes éxitos", sí, pero que lejos de un rejunte constituye una obra coherente y madura, de una belleza inexplicable.
La voz de Staley es la voz de un alma rota, que lucha por aferrarse a algo que siempre termina escapándose. Una voz perdida en la incertidumbre. La voz de Cantrell es su complemento ideal y junto con sus brillantes arreglos de guitarra.

No dejen de escuchar Nutshell, Brother, Down in a Hole, Frogs, Rooster, y todas las demás.


Closer
Joy Division

Sencillamente, el disco más depresivo de la historia. Un nivel lírico sobresaliente, al igual que la música. Como sucede con Cobain, en retrospectiva, este termina siendo el testamento de Ian Curtis. Por lo demás, los remito a la opinión de Agustín y la de Eric, con quienes coincido.
Una nota más: The Eternal, la canción más devastadora que se haya compuesto vez alguna.



viernes, 28 de marzo de 2008

No les creas

(...)
No les creas cuando te digan
que la luna es la luna,
si te dicen que la luna es luna,
que esta es mi voz en una grabadora,
que esta es mi firma en un papel,
si dicen que un árbol es un árbol,
no les creas,
no les creas
nada de lo que digan
nada de lo que te juren
nada de lo que te muestren,
no les creas.

Ariel Dorfman, Testamento


Comentando en la anterior entrada, oliveira traía a colación la comparación de la Ciencia con la Religión, y cómo el profano, o lo que es lo mismo, el ignorante, se posiciona frente a estos cuerpos doctrinales:

...la Ciencia es comprobable, pero solo unos cuantos saben como comprobarla, pero si dedicas tu vida a la ciencia, estudias con dedicación los libros científicos ("escrituras") y ocupas el método científico ("fé", dado que el método es incuestionable como tal), algún día tú también podrás comprobarla...

dice el blogger, esbozando de esta manera una de las opciones que tiene el profano para poder meterse en la discusión y la acción de los temas que incumben a aquellas doctrinas.
Ahora bien, sucede que, nos guste o no, y cada vez más, el poder se sustenta en los discursos de estas. Sólo a modo de ejemplo, pensemos en cómo las decisiones políticas se encuentran determinadas por el saber que se elabora desde la Economía. ¿Qué otra cosa es la tecnocracia, si no?
Así, todo aquello relativo a la Ciencia, necesariamente nos incumbe, pues pauta nuestra vida cotidiana. ¿Cómo podemos hacer para luchar esta lucha?

No pretendo más que exponer una idea puramente personal; lejos está de mis intenciones extraer guías generales de conducta para las demás personas.

Tomemos , y para dejar claro que lo que digo no son meras especulaciones inútiles sino que pueden servir para pensar aspectos de nuestra realida concreta, el caso de la instalación de plantas de celulosa en Uruguay, que tanta polémica han generado. (Acá, acá, y sobre todo acá expreso mi postura sobre el tema en particular.)

Yo soy un cero a la izquierda en ciencias naturales. Sobre la plantas de celulosa, leí informes supuestamente científicos en defensa de su producción, así como informes supuestamente científicos en su contra, hasta que me harté de tantas cosas que no entendía y que para entender tendría que estudiar mucho sobre química, biología y vaya uno a saber qué más. Lo cual me llevó a darme cuenta que tampoco los gobernantes deben entender mucho más, y que la gente en general tampoco debe entender todos esos datos supuestamente científicos. Ahora bien, el criterio debe estar en otro lado. Mi criterio es el de la historia y el de la experiencia: estos señores, donde han ido, han dicho que no contaminarán y que su actividad no afectará negativamente la zona en que se instalen. Y todo ello ha resultado una hipócrita mentira. ¿Por qué creerles ahora?
El corolario de esta postura es juzgar esos discursos herméticos por los efectos que tienen en la realidad, por los intereses a los cuales son funcionales. Quizás es en este punto donde cierta verdad no importa tanto, y otra verdad no menos cierta se convierte en lo central. ¿Le creeremos a los sacerdotes que nos dicen que las pasteras no contaminan, o que el capitalismo es inexorable y el mejor de los sistemas, o que todo está determinado genéticamente, porque así lo dicen sus Escrituras? ¿O confiaremos en nuestra experiencia y nuestra memoria?


jueves, 13 de marzo de 2008

El espíritu de la ciencia

(Esta entrada es una especie de continuación de esta otra, o más bien su desarrollo)

¿Qué es lo primero que a uno se le viene a la cabeza cuando le mencionan la palabra "ciencia"? No pretendo que me tomen por adivino, pero estoy seguro que las asociaciones vienen por el lado de un laboratorio lleno de probetas, de experimentos químicos y de tipos serios, con lentes y delantales blancos. No sería raro, tampoco, que las imágenes mentales se tiñeran de color verde.

Sigamos con las asociaciones: "ciencia" --> "conocimiento" ---> "verdad". Y ya llegamos al núcleo del asunto. Nuestras mentes modernas (¿o debería decir nuestros inconscientes?), porque en eso seguimos siendo modernos, enlazan inevitablemente "ciencia" con "verdad". No me parece que en esto haya un problema; el mismo aparece cuando nos damos cuenta que en realidad lo que hemos enlazado es "Ciencia" con "Verdad". Dos significantes que suenan igual que los otros dos, pero que no dan cuenta de los mismos significados.

¿A qué me refiero con esto? La Ciencia ocupa hoy en día el lugar que otrora ocupaba la religión. La Ciencia es una Verdad incuestionable, absoluta, que se expresa por medio de un lenguaje oscuro y accesible sólo para unos pocos iniciados que, vaya novedad, a través de su saber ocupan los lugares de poder más privilegiados. Cada vez más, y es en cierta forma la historia de la modernidad, el discurso de la Ciencia ha ganado todos los espacios de poder. Pensemos, por ejemplo, en la historia de la psiquiatría.
Este discurso se ha permeado, como no podía ser de otro modo, en nuestra vida cotidiana. Es el criterio de verdad, de lo que es así y lo que no es. Un "...pero lo que yo digo está científicamente demostrado!" nos asegura, mínimo, un empate en cualquier discusión mundana. La Ciencia, en fin, es incuestionable, es acrítica, y es, por tanto dogmática. O sea, el exacto opuesto de la ciencia.

Me gusta pensar la ciencia, menos como un saber o un cuerpo de conocimientos, o incluso como un método, que como una actitud. Me gusta pensar, más que en ciencia, en espíritu científico. Si quieren ponerlo es estos términos, una especie de principios que están en la base de cualquier método científico.
El corazón de este espíritu es el escepticismo. El exacto opuesto del dogmatismo. Actuar científicamente implica ser escéptico. Ahora bien, ¿qué implica "ser escéptico"?

Lo más probable es que uno piense en una persona que duda de todo, por lo tanto desconfiada y por lo tanto de mente cerrada. Pero basta pensarlo un poco, para darse cuenta que la actitud consecuente del escéptico es la actitud más abierta que se pueda imaginar. Dudar y desconfiar de todo (en especial de todo aquello que se nos aparece como evidente y natural), sí; mente cerrada, jamás.
Así, el científico antepone a todo la incertidumbre y la empiria, y no dudará en deshacerse de las teorías que trae a priori si los datos de la realidad las contradicen.

Fijémonos en los grandes científicos de la historia. Galileo, Copérnico, Darwin, Freud, Einstein: todos ellos escépticos, todos ellos reñidos con lo que las teorías de sus épocas mostraban como evidente. El italiano es, sin dudas, el más claro paradigma del espíritu científico. Y se podrá discutir ad infinitum si el psicoanálisis es una ciencia o no, pero nadie podrá negar que su padre fue un auténtico científico.

Pero vayamos un paso más allá. Decía que un escéptico es una persona de mente abierta a todas las posibilidades. Esto implica que la genuina actitud científica no puede jamás caer en la soberbia de despreciar ninguna hipótesis (siempre y cuando sea sincera) a causa de su apariencia ridícula, o irracional. Si pensaron que con esto me refiero a fenómenos paranormales, acertaron. Si pensaron que también me refiero a explicaciones mágicas sobre la naturaleza, también acertaron.
Está bien, yo estuve ahí; en mi etapa de ultrarracionalismo me encantaba burlarme de todo eso. Está bien, en "todo eso" abundan los chantas. Pero con que hubiera (y no dudo que lo haya) una sola manifestación sincera, es suficiente. Recuerdo que hace un año, cuando desapareció una chica en Piriápolis (que al mes fue hallada muerta), aparecieron varios videntes que pretendían aportar con sus habilidades en la resolución del caso. Me pregunté entonces, ¿y por qué no? Quizás aquello que hoy llamamos "fenómenos paranormales" nos estén indicando posibilidades y capacidades aún no descubiertas. Amén de aquella frase, tan inquietante como cierta, de Arthur C. Clarke: "cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia". Y si no le creen al buen Arthur, vichen esta noticia.

Pero, qué demonios, no soporto seguir con esta mentira. ¡Alabado seas, Flying Spaghetti Monster!


Izquierda 2 3 4






Como reza la canción de Rammstein que adorna la columna del costado...







Mi brújula política según The Political Compass. Interesante test.


miércoles, 5 de marzo de 2008

El existencialismo según DEG

(Aclaración: mis conocimientos acerca de la filosofía existencialista son menos que básicos, y en su mayoría provienen de lecturas que tocan el tema muy de pasada y alguna que otra conversación con el amigo Agustín.)

La existencia humana es un absurdo, en el sentido de que no tiene sentido. Es decir, no parece poseer, intrínsecamente, ningún sentido. Que nos los inventemos (el caso más paradigmático lo constituirían las religiones), es harina de otro costal.

Este absurdo es inseparable de una angustia básica, a mi modo de ver, constituyente de los humanos: es la angustia de la conciencia, en particular, la conciencia de nuestra finitud. Angustia de muerte, para decirlo claro.

Ahora bien; si aceptamos esto, y pensamos que esta angustia perpetua y subyacente es la forma en que se manifiesta en nosotros el absurdo de la existencia, todas nuestras acciones placenteras, todas aquellas cosas que nos causan placer, vendrían a cumplir la función de drogas, de anestésicos o calmantes, distractores momentáneos que apartan nuetra atención del sin-sentido de nuestras vidas, y nos evitan caer en la angustia existencial.
Así, hay drogas de todo tipo, y aunque difieren en sus efectos, intensidad, capacidad adictiva, etc., siguen cumpliendo, en última instancia, la misma función.

Piensen qué sucede cuando se nos acaban las drogas, o cuando nos vemos privados de ellas. Sí, señora, se apodera de nosotros el tedio. C'est l'ennui!, como diría nuestro amigo Charles, mucho más acertado en francés:

"...es el desgano, la falta de voluntad, la inercia hacia la nada, una angustia que imposibilita poner en palabras lo que se siente, una parálisis del alma, la experiencia de lo real (Lacan)" (citado de aquí)

Esa espantosa sensación, que va mucho más allá del aburrimiento; es no poder precisar una sola cosa que nos gustaría estar haciendo. Algo, cualquier cosa, que nos proporcione un poquito de placer. Nuestra experiencia más cercana a la nada.


miércoles, 20 de febrero de 2008

La piñata como estructurador de la personalidad

¿Cuánto hace que no rompen una piñata? ¿Cuándo fue la última vez que se zambulleron en una pila de gente en busca de los caramelos y los chicles caídos de una desgarrada bolsa de papel?

Ah, la piñata… Seguramente muchos ya habrán olvidado esa sensación…

Debo confesar que si alguna vez, por un ínfimo momento, sentí algo parecido a la felicidad, si por un instante fui feliz, fue en esos infinitos segundos en los cuales el palo de una escoba, blandido en el aire por un infante mareado y con los ojos vendados, golpea el blando y frágil costado de una bolsa de papel de colores repleta de caramelos, chicles, chupetines, y hasta a veces “sorpresitas” de plástico, y todo ese contenido maravilloso cae al suelo, y uno siente cosquillas en estómago que se quedan ahí, porque uno es muy chico como para ponerse a pensar sobre eso y después ya no las vuelve a sentir más, pues nunca más vuelve a participar de una piñata.

Mucho se puede aprender de una piñata. Allí se manifiestan los más salvajes y desbocados instintos de apropiación individualista de preciadísimos bienes de consumo, pero también la solidaridad, a veces sincera y a veces forzada por la presión social, de redistribución del botín de parte de los más favorecidos hacia aquellos que se han quedado con las manos vacías -generalmente, los más débiles y pequeños.
Se manifiesta un sutil arte de la guerra, pues cada competidor exhibe diferentes estrategias para llenarse los bolsillos de golosinas: están los que se abalanzan sin más, no bien empiezan a caer los manjares; están los prudentes que esperan el momento adecuado; están los más estrategas de todos, que se ríen de las bestias salvajes mientras recorren el perímetro de la montonera, cosechando la cantidad nada despreciable de mercadería que va a parar a esa zona y que es olímpicamente ignorada por la mayoría.

Y está también el desdichado encargado de romper la piñata, que siempre llega tarde a la recolección, pero que pocas veces se queja, tal vez porque la satisfacción de causar todo ese caos lo compensa con creces.

Así que ya lo saben: si realmente quieren sentirse niños una vez más, rompan una piñata, y revivan el más maravilloso ritual de la infancia.

Te extrañamos

Como simple recordatorio, pues cualquier otra cosa sería superflua, transcribo unos fragmentos de Heavier than Heaven, la biografía de Kurt Cobain escrita por Charles R. Cross. Un par de episodios mínimos en la vida del joven Cobain, que no dejan de emocionarme cada vez que los leo.


Su círculo de amistades se trasladó poco a poco de sus amigos de Monte a sus colegas de Aberdeen, pero en ambos casos la principal actividad de la pandilla consistía en emborracharse de una manera u otra. Cuando no tenían la oportunidad de asaltar en mueble bar de algún padre, recurrían a uno de los numerosos individuos que vagaban por las calles de Aberdeen para que les ayudara a comprar cerveza. Kurt, Jesse Reed, Greg Hokanson y Eric y Steve Shillinger establecieron una relación comercial habitual con un personaje pintoresco al que apodaban el Gordo, un alcohólico empedernido que vivía con su hijo retrasado, Bobby, en un hotel en decadencia llamado Morck. El Gordo accedía a comprarles alcohol siempre y cuando le pagaran y le ayudaran a llegar a la tienda. Aquello suponía un laborioso proceso que en la práctica guardaba cierto parecido con un sketch de Buster Keaton y que podía durar todo el día: "Primero teníamos que ir hasta el Morck con un carrito d ela compra -recordaba Jesse Reed-. Luego subíamos a su habitación y lo despertábamos. Siempre nos lo encontrábamos en paños menores, todo mugriento, con un pestazo que echaba para atrás y todo rodeado de moscas. Era horrible. Teníamos que ayudarle a ponerse aquellos pantalones enormes, y luego a bajar las escaleras, y eso que pesaba más de doscientos veinte kilos. Como estaba demasiado gordo para ir por su propio pie a la tienda, lo poníamos en el carrito y lo empujábamos. Si sólo queríamos cerveza, lo levábamos hasta el supèrmercado, que por suerte se hallaba más cerca. Y lo único que teníamos que hacer por él era comprarle una botellita del whisky de malta del más barato que tuvieran".
El Gordo y Bobby, una extraña pareja donde las hubiera, se convirtieron sin saberlo en los primeros personajes de algunas de las narraciones de Kurt, quien escribió relatos cortos sobre ellos, concibió canciones imaginarias sobre sus aventuras y los dibujó en su diario. Su relación con el Gordo y Bobby no se veía exenta por completo de afecto, dado el grado de empatía que Kurt sentía por la situación en apariencia sin esperanzas en la que se hallaban. Aquel año por Navidad Kurt le regaló al Gordo una tostadora y un disco de John Denver en Goodwill. Al coger aquellos regalos con sus enormes manos enguantadas, el Gordo preguntó, incrédulo: "¿Todo esto es para mí?". Y rompió a llorar. El Gordo se pasó varios años contando a todo el que se cruzaba con él en Aberdeen lo fenomenal que era Kurt Cobain. Se trataba de un pequeño ejemplo de la dulzura que afloraba a veces incluso en el mundo de tinieblas de Kurt.

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Lo único que quería más que a Tracy aquella primavera era su mascota Kitty: Kurt había cuidado de aquel roedor macho desde su nacimiento, alimentándolo con un cuentagotas durante sus primeras semanas de vida. La rata solía estar encerrada en su jaula, pero en ocasiones especiales Kurt la soltaba para que corriera por la casa, pues una cuantas cagarrutas de rata no iban a echar a perder la mugrienta moqueta. Un día, mientras Kitty estaba correteando por la casa, Kurt vio una araña en el techo y animó a Kitty a atraparla. " '¿Ves a esa cabrona, Kitty?' le dije. 'Ve por ella, mátala, cógela, cárgatela' ", anotó Kurt en su diario. Pero Kitty no atacó a la araña, y cuando Kurt regresó con un bote de desodorante Brut en spray para matar a la araña, oyó un sonido desgarrador y miró hacia abajo:

Mi pie izquierdo (...) encima de la cabeza de la rata. La pobre empezó a dar saltos chillando y sangrando. Yo le pedí perdón a gritos treinta veces. La envolví en un par de calzoncillos sucios y la metí en una bolsa de papel. Encontré una tabal de madera, saqué afuera la rata y la aporreé con la tabla; la puse de costado y pisé la bolsa. Noté cómo se le rompían los huesos y se le reventaban las tripas. Tardé dos minutos en poner fin a su agonía y luego me pasé la noche hundido en la miseria. Estaba calro que no la quería lo suficiente, no como la quiero ahora. Entré de nuevo en la habitación y me quedé mirando las machas de sangre y la araña. "Vete a la mierda", le grité, y pensé en matarla, pero la dejé allí para que acabara paseándose por mi cara mientras me quedaba allí tumbado y despierto toda la noche.



Feliz cumple