jueves, 30 de agosto de 2007

El bonsai


Una mujer acaba de tener un hijo. Se encuentra feliz, colmada de dicha; se siente completa. Sostiene al nuevo motivo de su existencia en su regazo, y lo mece suavemente, pegado a su pecho caliente y lleno de amor. El pequeño duerme apaciblemente, indefenso pero invulnerable dentro de la muralla de brazos, en la aséptica tranquilidad con olor a lavandina del hospital.
Cuando viene el médico a ver cómo anda el pequeño pedacito de alegría que ha venido a iluminar la vida de la mamá, ésta lo recibe con una sonrisa, tras la cual se adivina la sombra de una preocupación.
El médico le dice que todo eso es normal y que es parte de ser madre. Le dice que pasará con el tiempo.
En la vuelta a casa, la mamá pasa por una tienda de jardinería. Compra una campana de vidrio, macetas, tierra, abono, herramientas y algunos libros.
Sus días pasan dando leche a su pequeño muñeco regordete, acunándolo, haciéndole caricias y hablándole con palabras incomprensibles, mientras va leyendo los libros que acaba de comprar.
Apenas termina con la lectura, toma a su osito y lo coloca sobre la mesa, y con todo el amor que sólo una madre puede mostrar, va recortando cuidadosamente las extremidades del pequeño monigote con las tijeras de jardinería.
Primero las uñas de los pies, luego los extremos de los deditos; lo mismo con las manos, después con el pelo y la cabecita, y así con los trocitos de piel que van sobresaliendo. Va despacio, con ternura y con precaución; es la primera vez que lo hace, y tiene que tener cuidado.
Cuando termina le entierra los piecitos en la tierra de una maceta que había preparado antes, y le coloca encima la campana de vidrio de modo que quede recostado sobre ella. Y luego lo mira satisfecha.
Día tras día se va perfeccionando. Cada parte que sobresale del tronco de su angelito es recortada con precisión y delicadeza. Después lo amamanta y lo mece hasta que se duerme, y lo vuelve a enterrar en la maceta bajo la campana de vidrio. Y lo mira con la mayor de las satisfacciones, mientras ve complacida que la cabecita sigue recostada en el mismo lugar de la campana de vidrio.
La mamá se siente feliz. El muñequito regordete se ríe de vez en cuando, pues le da cosquillas cuando la mamá lo recorta, y sabe que después de eso viene la leche, el rítmico adormecer y la tibieza de su campana de vidrio.

22 comentarios:

Aurora Valdivia dijo...

... Dioses
Esto es tan lugubre... lo descirbes amorosamente y eso resalta ese sentimiento perverso...
Muy bueno, me agrada

Agustin Acevedo Kanopa dijo...

DEG, ¿qué diría Lacan de todo esto?
PD:Veo que se está haciendo muchos amigos metaleros

Diego Estin Geymonat dijo...

Seguramente Lacan diría algo incomprensible, que Pez Rabioso fingiría entender.

F-word dijo...

Hola DEG! te preguntaras ¿Que hace este badulaque y perro ortografico en mi blog? la respuesta es sencilla: ESTOY MIRANDO!

Anónimo dijo...

Voy a enterrar a mi niño... para que su perversidad se vaya entre las raíces de los árboles y podamos sentir lo que es estar en la tierra y no en el cielo.

Dalma dijo...

Deg, si se lo vendés a Tarantino seguro hace una pelicula bárbara.

Feliz dia del blogger!!!

:)

Anónimo dijo...

Me pareció horrible, Deg. Sos un monstruo.

Pez Rabioso dijo...
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Pez Rabioso dijo...

Deg sos un mossssstro
grossssssso

tan versátil como acústica dijo...

agustín acevedo y yo somos tus seguidores non-dark. podríamos armar un gremio.

le contesto a él, ¿qué diría chomsky? ahhhh

Agustin Acevedo Kanopa dijo...

Me gustó la idea del grupo non-dark. Primero es una tacha, después dos, cuando menos lo sepamos nos convertimos en Rob Halford...
Retruco a la señora Andrea:
¿qué diría Žižek?
¿qué diría Derrida?
¿qué diría Saussure?
¿qué diría Juan Ramón Carrasco?

chicosoquete dijo...

hay bonsais de hojas caducas?

porque si el botija era caduca vamos muertos.

Diego Estin Geymonat dijo...

Facundo, qué cagada que no nos deleitaste con una de tus clásicas barrabasadas ortográficas, pero no importa, gracias por darte una vuelta, amigo.

loser, eeehh... bueno.

dalma, tomo en cuenta la sugerencia, aunque por ahora me las rebusco con el tráfico de órganos.

marujita, me descubriste de nuevo. Soy el abominable hombre de las nieves.

pez rabioso, ta bien, yo me la busqué, pero Agustín la dejó picando.

tvca, agustín, genial! Ya son dos para el culto.

chicosoquete, 'tamo en el horno.

Anónimo dijo...

uy que miedo

Alejandra dijo...

Raro tu texto... comienza tan lindo y después se va poniendo tan gore... me hizo pensar en madres locas y el síndrome de Mundchausen... saludos.

Mr. Hyde dijo...

exelente relato, bastante perverso..
saludos.

Pez Rabioso dijo...
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Juan Ignacio dijo...

Es perverso pero es comprensible. Muchas culturas tenían por costumbre todo tipo de mutilaciones. Es decir, no es nada "del otro mundo".

Saludos.

Diegzor dijo...

Muy Tim Burton todo esto... y estoy tratando de buscarle alguna vuelta para verlo como metafora, y creo que todavia es peor...

Diego Estin Geymonat dijo...

Bueno, mirado psicoanalíticamente, la metáfora es más que evidente, casi alevosa.

Mikamy dijo...

Pobre bonsai-bebé. Al final, la mamá mutilaba a su hijo amorosamente...que son raros los razonamientos de la gente loca.

¡Un abrazo!

Anónimo dijo...

The first Chanel Watch were worn by women as fashion accessories. They were small and designed to look delicate on a female's wrist. As many new fashion statements are they were very expensive and worn primarily by society women in order to show off their wealth.