viernes, 21 de diciembre de 2007

Reciclaje

En vista de que pienso ausentarme por unas semanitas del ruedo bloguistiquil, voy a proceder a una descarada republicación de un artículo que escribí hace ya más de un año para la revista Dodo, en el cual recordaba al recientemente fallecido y genio Syd Barrett. Esto, y matando paupérrimamente dos pájaros de un tiro, va también como pequeño recuerdo del 40 aniversario de mi banda más favorita de todos los tiempos, Pink Floyd.





Japanese pranks!!


Feliz solsticio de verano

Keep shining

Fue hace varios meses. Extraña coincidencia, triste coincidencia, acababa de darle play al The Madcap Laughs por primera vez en mi vida. No recuerdo a la altura de qué tema entró mi hermano al cuarto con la noticia.


“Bo, dijeron ahí en la tele que se murió uno de Pink Floyd”, me dijo con tono de sé-que-te-va-a-importar-pero-a-mí-no-me-importa-mucho. No sé si hay alguna palabra específica para designar ese tono de voz.

Como propulsado por un resorte estremecedor, me incorporé de la silla, y a toda velocidad me dirigí hasta el living. Desde la tele, el Piñe me quería vender a toda costa un crédito. “Puta madre” pensé, y ya estaba por insultar a mi hermano cuando éste, quizás adivinando mis intenciones, me aclaró que después del corte iban a dar más sobre la noticia.

“¿Quién dijeron que se había muerto?” le pregunté. Me contestó con unos fonemas indescifrables, por lo cual no supe nada más hasta que volvió el informativo. Y ahí sí, ahí escuché claramente, ahí me despejaron todas las dudas, bueno, todas no, en realidad sólo supe que había muerto Syd Barrett. En mi cuarto seguía sonando su primer disco solista.

Recuerdo que me invadió un sentimiento profundo, raro, difícil de precisar (vaya tarea la de definir un sentimiento), al menos en ese momento. No era angustia; no era incomodidad, aunque algo de eso había, ni tampoco era exactamente esa sensación de que algo anda mal o te falta algo y no sabés qué, aunque de eso había mucho. Recién cuando pude procesar, hacerme a la idea de esa muerte, al menos un poquito, me di cuenta de lo que sentía. Tristeza. Una tristeza serena, no tan dolorosa como punzante. Una tristeza que parecía desparramarse por mi torrente sanguíneo, despacio, pero llegando a todos los órganos.

“Ahora voy a estar triste por el resto del día” pensé en voz alta. “Ay, ¿por qué?” me dijo mi madre, “¿por un drogadicto?”. “Por un genio”, pensé en contestarle, pero no, no daba. A esta altura de mi vida ya me resigné a que hay cosas que nunca voy a poder explicarle y que nunca entenderá.

¿Un genio, dije? Sí; aunque haya sido un drogadicto (¿aunque?), aunque supuestamente haya enloquecido a causa de su abuso del LSD (¿aunque?)… ¿Qué son esas objeciones moralistas frente a su obra artística, y frente a lo que ella significó para la música contemporánea?

Tenía motivos para estar triste… después de todo, el mundo había perdido a un artista brillante, a un loco brillante… “el diamante loco se había apagado”, leí por ahí. Pero yo no lo creo.

Tenía motivos, dije. Indirectamente, le debo mucho a Syd Barrett. Él fundó Pink Floyd, la banda que a los quince años me hizo cambiar mi perspectiva de la vida (la canción “Time” fue una cachetada despabiladora), me hizo cuestionarme muchas cosas, me dio fuerzas y una vía para canalizar sentimientos e ideas oscuros y frustrantes (The Wall, un punto crítico en mi vida, “The happiest days of our lives” y “Another brick in the wall II”, canciones que mascullaba para mí cuando la neurosis liceal, la neurosis institucional, se me hacía insoportable). Y lo principal, la definitiva influencia de Floyd en mi devenir literario, en mis primeros escritos, en mi decisión (bah, no creo que lo haya elegido) de ser escritor.

Por todo esto, y puede que por muchas más cosas, siento la necesidad de este pequeño homenaje, o más bien, de pequeño recuerdo. Cualquier homenaje se quedará corto, sobre todo después de la obra maestra “Shine on you crazy diamond”, que los ex compañeros de banda de Syd compusieron en su honor en 1975. Obra maestra que al insignificante entender y gusto de quien escribe, es la mejor canción de rock que se haya compuesto vez alguna.

Tristeza. Sus propios ojos parecían trasmitirla, ojos tristones, cara de niño triste, pero sin lágrimas. “Ahora hay una mirada en tus ojos, como agujeros negros en el cielo”, escribió su ex compañero Roger Waters en “Shine on…”. Nadie podría haberlo expresado mejor.

Niño triste, sí. “Quedaste atrapado en el fuego cruzado de la niñez y la fama”, canta Waters. Ahora, después de un par de años de estudiar psicología, puedo verlo de otra manera, y puedo intuir ese hilo conductor que conecta la niñez, el inconsciente, los sueños, las drogas alucinógenas, la psicodelia. Y la música de Syd.

Sus canciones son esa conexión, son todo eso. Quizás disparada por las drogas… pero todos fuimos niños, y no sé los demás, pero evocar esa época de la vida me llena de tristeza, de una tristeza casi inexplicable, casi como la que me invadió cuando recibí la noticia.

Sus canciones son esa conexión. Están plagadas de imágenes, de alucinaciones más bien oníricas, de fantasías infantiles, de cuentos de hadas, de misterios insondables, de colores brillantes, del mundo concreto y del mundo mágico de los niños. Son canciones gráficas, inmediatas, que impactan nuestras retinas, nuestros tímpanos, nuestras narices y lenguas, nuestras pieles.

Y así escuchamos a un flautista que nos cuenta de viajes espaciales, sentimos a un gato siamés enroscarse en nuestras piernas, nos dormimos escuchando una historia de hadas, cabalgamos unicornios por campos sembrados que vigila un espantapájaros negro y verde, nos cruzamos con un gnomo llamado Grimble Grumble, andamos en una bicicleta prestada que tiene canasto y bocina, mientras le contamos a la niña de la que gustamos que conocemos a un viejo ratón, al que hemos bautizado Gerald, y que ella es la clase de niña que encaja con nuestro mundo, y que le daremos cualquier cosa, todas las cosas, si ella quiere cosas.

¿Cómo evitar la melancolía al escuchar estas canciones? No hay manera. Yo no puedo. Ni quiero.

Habrá que aceptarlo, habrá que decirse que es así aunque en el fondo sepamos que es mentira. Igual, vamos a seguir soñando; igual, cada noche y para siempre, vamos a seguir siendo esas personitas que trepan árboles de manzanas para agarrar el sol con las manos.

Brillá, diamante loco. Ya sos inmortal.


lunes, 10 de diciembre de 2007

Metáforas posmodernas: PAC MAN

boomp3.com

En psicopatología hay un cuadro denominado psicosis alucinatoria crónica. Sus principales características, delirios crónicos en los que se destacan la importancia e intensidad de las alucinaciones. No obstante la usual riqueza alucinatoria, el sujeto no suele ver alterada sus funciones intelectuales ni verse impedido de cumplir con sus obligaciones cotidianas.
Sí, ya se dieron cuenta. La sigla de este cuadro es P.A.C.

***

Todos recordamos con cariño ese videojuego llamado PAC MAN. Pero más allá de las horas de diversión que este simpático amigo otrora nos supo proporcionar, se esconde una oscura metáfora cual cifra de nuestros tiempos.

¿Qué es el PAC MAN, el hombre psicosis alucinatoria crónica? Bueno, nadie podría decirlo a ciencia cierta. Es como un redondel amarillo, con un ojo de perfil; redondel al que le falta un trozo, es decir, está incompleto.

Ese pedazo de incompletud es su propia boca. A través de ésta, engulle sin cesar hileras e hileras de pastillas para abrirse camino en un intrincado laberinto. ¿Para qué? Para escapar de los fantasmas que lo persiguen.
La frenética carrera que está obligado a correr para salvar su pellejo, carrera inexplicable, carrera absurda, se ve súbitamente alterada cuando en ciertas ocasiones este ser engulle ciertas pastillas más grandes (¿más fuertes?) que por unos breves momentos le permiten pasar a ser él el perseguidor y los fantasmas los perseguidos. Fantasmas que son devorados sólo para volver a perseguirlo.

Un ignorante podría creer que una vez tragadas todas las pastillas, nuestro atormentado engendro llegaría al final del laberinto, poniéndose a salvo de los fantasmas. Pero no. Porque el laberinto no tiene salida, y porque devoradas todas las pastillas, todo volverá a comenzar, una y otra vez. ¿Siempre igual?

No. Cada vez, un poco más rápido.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

...cuando ves a ese antílope alarmado

I'd like to share a revelation that I've had during my time here. It came to me when I tried to classify your species and I realized that you're not actually mammals. Every mammal on this planet instinctively develops a natural equilibrium with the surrounding environment but you humans do not. You move to an area and you multiply and multiply until every natural resource is consumed and the only way you can survive is to spread to another area. There is another organism on this planet that follows the same pattern. Do you know what it is? A virus. Human beings are a disease, a cancer of this planet. You're a plague and we are the cure.

Agente Smith, a Morfeo, en The Matrix


La teoría de Gaia propone pensar al planeta La Tierra como si fuera un único organismo, es decir, un gigantesco sistema que parecería comportarse como si estuviera vivo. Afirmar esto, en el marco de esta hipótesis, equivale a decir que nuestro planeta estaría regido por el principio fundamental de la vida: la autopoiesis.
Autopoiesis que implica, necesariamente, la retroalimentación sistémica, como forma de lograr el equilibrio dinámico al que tienden todas las formas de vida e incluso, quizás, la materia inerte.

Pensemos entonces a la Tierra como un sistema de estas características. Un sistema que se autorregula. Bajo este punto de vista, todo desequilibrio en su interior será contrarrestado de alguna manera, todo aquello que lo altere será neutralizado restableciendo el equilibrio. ¿Dónde quedamos los humanos en todo esto?

Ése es el punto a mi entender más interesante, o al menos el que más nos concierne. Resulta evidente que esta teoría de antropocéntrica no tiene nada. Los humanos no somos más que un simple componente de un sistema complejísimo y ajeno casi por completo a nuestro control. (¿Nuevo golpe a nuestro narcicismo? Y van...)

De un tiempo a esta parte, como que nos hemos empeñado en usar y abusar de cuanto recurso nos ofrece el gran sistema para nuestra subsistencia. Hemos ido bastante más allá, pues mucho de este uso no podría ser jamás calificado de necesario, si sólo nos detuviéramos a mirar. Las consecuencias de nuestras acciones sobre Gaia son por todos conocidas.

Pero, un momento. Si el sistema se autorregulará, ¿por qué habríamos de dejar de contaminar a troche y moche, de malgastar los recursos y de hacer lo que se nos cante con Gaia?

Este señalamiento, tan agudo como ingenuo, seguro se habrá cruzado por la cabeza de más de un empresario y un tecnócrata al escuchar estas ideas. Pero como dije, es una creencia ingenua, que se basa en un antropocentrismo subyacente. Porque en esas mismas cabezas no cabe la posibilidad de nuestra desaparición.
Pues la cuestión es muy sencilla: el restablecimiento del equilibrio, severamente amenazado por nuestras actividades, podría consistir en la extinción de la especie humana. Tal vez el agente Smith no andaba tan errado.

***

Uno no puede negar lo atractivo de esta teoría. Pero uno también puede decir que es difícil aportar pruebas que sustenten el rol que jugamos los humanos en ella, y nuestra responsabilidad hacia Gaia como una exclusiva estrategia de supervivencia. Sin embargo, existen. Sólo hay que saber interpretarlas.

El tsunami que arrasó con buena parte de Asia suroriental en diciembre de 2004, es un ejemplo terrible y esclarecedor.
Quizás la catástrofe concitó una inusitada atención mundial no sólo por sus dimensiones geográficas, sino porque se llevó la vida de unos cuantos turistas del Primer Mundo. Sad but true.
Y además del negocio turístico, esa zona se caracteriza por la gran explotación industrial de camarones. A nadie resultará extraño entonces, combinando todos estos factores, que el avance polifacético del tardío capitalismo global sobre el sureste de Asia halla destruido los manglares y los arrecifes de coral, barreras naturales que ofrecen protección contra tormentas, ciclones, huracanes y... tsunamis.
Las zonas más afectadas, en consecuencia, fueron aquellas donde los recursos naturales habían sido explotados de la forma más depredadora. Las menos, zonas de poblaciones indígenas donde dicha explotacion es mínima o inexistente.

¿Por qué no ver en estos hechos una manifestación de nuestro potencial suicidio como especie? ¿Es que acaso estamos condenados de todas formas?

***

En el disco solista de Serj Tankian podemos encontrar una bonita canción, llamada Honking Antelope. La traducción literal es imposible; to honk es tocar la bocina de un auto, antelope es antílope. Un antílope que toca una bocina, que hace ruidos de bocina, es decir, que quiere dar a entender algo, llamar la atención, dar una voz de alarma.
Sin embargo, los antílopes son animales más bien silenciosos. Una bocina silenciosa... algo que no cualquiera sería capaz de detectar, algo portador de un secreto sentido.

boomp3.com

Por qué no vas
y fotografiás todo lo que alguna vez sucedió
Rastros indígenas, jefes tribales,
desvaneciendo líneas hereditarias
Poetas enloquecidos por la musa
Profetas, todos destruyendo el Tao,

cuando ves a ese antílope alarmado

La danza secreta de las serpientes, los cuentos de todo eso

Los seres basados en la naturaleza
sobrevivirán los apocalípticos días presentes,
Poetas enloquecidos por la musa
Profetas, todos destruyendo el Tao,

cuando ves a ese antílope alarmado
La danza secreta de las serpientes, los cuentos de todo eso

De todo eso,
Huye conmigo ya,
huye conmigo ya,

mi vida

Somos la causa de un mundo que se ha equivocado
La naturaleza nos sobrevivirá, perros humanos después de todo



En mi interpretación personal, el antílope es tanto un símbolo como una realidad material. Es el símbolo de nuestra esperanza, el símbolo de dónde tenemos que buscar las señales si queremos sobrevivir.

Poco después del tsunami se supo que manadas de antílopes, entre otros animales, habían sobrevivido al correr hacia tierras altas, justo antes de que la primera ola tocara la costa. Muchos indígenas también salvaron sus vidas al observar este comportamiento y emular a sus cuadrúpedos vecinos.

Quizás la clave entre permanecer o desaparecer esté ante nuestros ojos y oídos. Quizás nuestra inteligencia, nuestra preciada inteligencia, nuestro máximo motivo de orgullo, nos sirva para algo después de todo.

Mientras pienso en eso, no puedo menos que compartir el deseo final de Tankian.

Wouldn't it be great to heal the world
with only a song...

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Esperas y esperanzas


Voy llegando a la parada, con mi paso apurado. Justo en el momento en que soy capaz de visualizar el número del ómnibus pero aún no puedo hacerle seña, aparece el 137, doblando la esquina rápidamente y alejándose fuera de mi alcance.
Casi con la cabeza gacha, llego con impotente tranquilidad hasta la parada. Pienso en los probables 20-25 minutos que perderé esperando el siguiente 137, y en lo apretado que estoy de tiempo. Y ya que estoy, me voy por las ramas filosóficas, mal dormido y a las nueve y media de la madrugada.

El Fede Nietzsche, en El Anticristo, señala que la esperanza es un estimulante de la vida mucho más poderoso que cualquier realidad concreta, por placentera que esta sea. Y al mismo tiempo, y por eso mismo, recuerda que la esperanza era el peor de los males para los antiguos griegos, por su capacidad de "entretener al desdichado"; yo diría, por la capacidad de ilusionar con la expectativa de una realidad que puede no concretarse.

No puedo evitar pensar que si hubiera llegado a la parada 20 segundos más tarde, me encontraría esperando el ómnibus lleno de la ilusión de su pronto paso. Pero no es así, porque que acaba de pasar, y sé que su frecuencia a esas horas no es la mejor. Y pienso que la ignorancia puede ser una gran aliada de la cruel esperanza, y que a veces es mejor no conocer.

Despienso esto último enseguida; porque si la esperanza es un mal, el conocimiento que provoca su desaparición no puede ser sino un bien. Conocer es lo único que nos permite efectuar un examen de realidad, evaluando las posibilidades reales. Perdemos la maravillosa droga de la ilusión para ganar el poco pero cierto control del que podemos disponer.
Se me ocurre entonces una exagerada confrontación filosófica: el idealismo de la esperanza contra el materialismo del conocimiento.

No han pasado cinco mintuos desde que llegué a la parada. Miro hacia la calle, y veo venir un 137. Una vez más, el azar, ese amigo traicionero, viene a mi rescate.


domingo, 25 de noviembre de 2007

Plainsong


"I think it's dark and it looks like rain" you said
"And the wind is blowing like it's the end of the world" you said
"And it's so cold it's like the cold if you were dead"
and then you smiled for a second

"I think I'm old and I'm feeling pain" you said
"And it's all running out like it's the end of the world" you said
"And it's so cold it's like the cold if you were dead"
and then you smiled for a second

Sometimes you make me feel
like I'm living at the edge of the world
like I'm living at the edge of the world
"It's just the way I smile" you said


sábado, 17 de noviembre de 2007

Elogio del outsider


La búsqueda de la verdad... bueno, para no caer en frases gastadas, digamos, el afán de dar cuenta del mundo que nos rodea. La imperiosa necesidad de explicar todo aquello que despierta nuestra curiosidad, todo que aquello que nos aterra porque se nos revela desconocido, oscuro, incomprensible. Y como sabemos, los humanos tenemos baja tolerancia a los agujeros negros.

Es todo eso lo que nos llevó a inventar teorías, desde que fuimos. Teorías para explicar el mundo. Por eso mismo, no se limitaron a buscarle la vuelta a tal o cual cuestión más o menos acotada que nos rompía el marulo, o si lo hicieron se fueron de madre en un santiamén. Porque son Señoras Teorías, que pretenden explicar Todo. O mejor dicho, proporcionan una vara con la cual medir la realidad, o mejor aún, unos lentes a través de los cuales verla.

Sólo en tiempos muy recientes nos hemos cuestionado estas titánicas pretensiones, y todo indica que las hemos desechado, al menos de nuestras conciencias y de nuestros discursos. Y así, donde ayer nomás veíamos un mundo más o menos ordenado, más o menos lógico, y más o menos ajustado a una teoría, hoy asistimos al molesto y atemorizante espectáculo de un mundo definitivamente inasible.

***

Pensemos la realidad como un paisaje infinito. Sobre sus planicies se yerguen fortalezas –porque es un mundo en guerra.

Estas fortalezas tienen unos nombres muy peculiares. Por allá encontramos una que se llama “Islam”. Más acá, una llamada “Psiquiatría”. Por ahí, hay una que tiene grabado en sus pórticos “Liberalismo”. Y así, desperdigadas, vamos descubriendo a vuelo de pájaro otras muchas, muchísimas fortalezas. “Psicoanálisis”. “Idealismo”. “Nacionalismo”. “Ciencia”. “Marxismo”. “Zoroastrianismo”.

Hay demasiadas como para seguir una enumeración innecesaria. Algunas se muestran orgullosas de los buenos tiempos que corren para sus fuerzas; otras resisten. Hay varias en franco repliegue, otras de las que hace rato no se saben noticias. Hay algunas, sin dudas, de las más fascinantes, abandonadas desde tiempos remotos, muchas de ellas en ruinas y sin nombres propios.

Cual paisaje feudal, hay fortalezas vasallas de otras fortalezas. Una tupida red de poder y subordinaciones se ha tejido entre ellas a lo largo de la historia.

Cada fortaleza está (o estuvo) habitada por guerreros. Cada guerrero encuentra tras sus muros, y en sus camaradas, protección y comprensión. A cambio, la fortaleza exige del guerrero que la defienda de los ataques lanzados por los adversarios y que se lance él al ataque de las otras. No es seguro que un guerrero se aventure solo y sin un objetivo claro fuera de los muros de su fortaleza. Los peligros son demasiados.


¿Pero acaso todos los habitantes de este paisaje son soldados incondicionales pertenecientes a una o varias de estas fortalezas?

Por supuesto que no. Encontramos muchas otras personas. Entre ellas, seres errantes que lo recorren con las mismas o quizás más inquietudes que los aquellos guerreros.

¿De dónde vienen estos vagabundos? Muchos pertenecieron a alguna fortaleza; otros las abandonaron antes de comprometerse realmente con ellas.

Naturalmente, se sienten más cómodos en esta que en la otra, consideran a los guerreros de esta sus amigos o aliados, son bienvenidos en aquella y son mirados con recelo en la otra. No están comprometidos con ninguna, y por eso nadie se ensaña con ellos especialmente; pero tampoco nadie los defenderá de forma incondicional si son atacados.

Se mueven con libertad, y por no estar confinados dentro de unos pocos muros, conocen mucho más, y tal vez hasta mejor.


En un mun
do en perpetuo cambio, se las arreglan sin recurrir a nada fijo. Ese es su mayor riesgo: fijarse a algo, en algún lugar. Para eso, sólo hay un antídoto: errar.

lunes, 12 de noviembre de 2007

Peste

La ciudad está enferma. Arde en una fiebre feroz. El calor abrasador de su propio cuerpo la consume, la devora ávidamente, quemándola a fuego lento pero imparable. Se ahoga, abriendo su boca, tan seca como la arena del desierto. Siente subir por su pecho una tempestad de lava, y la escoria ígnea se acumula en su cuello, cerrándole la garganta y provocándole tal asfixia que su rostro se trastorna.

Intenta respirar. Pero sólo consigue llenarse los pulmones de un aire caliente que le achicharra los tejidos como si fuera vapor de plomo. Tose, tose con fuerza intentando expulsar todos los desechos que la están sofocando, pero escupe unas pocas cenizas mugrientas que dejan tras de sí una senda de polvo. Vuelve a tomar aire, y aspira la misma basura que acaba de sacarse.

Las entrañas se le han hinchado, haciendo que se retuerza en convulsiones y espasmos. Las paredes de las tripas se le han estirado hasta casi cortarse. Vibran y tiemblan, originando un terremoto que se extiende por todo el cuerpo. Y de repente, con un sonoro y hueco estallido, explotan. Un torrente de desperdicios la arrasa, y se propaga con furia, con una furia contenida durante largo tiempo.

La ciudad se tambalea, bajando la cabeza, y buscando estérilmente refrescarse en el agua del mar. Sumerge su cara, pero la sal le pica los ojos, y los labios rajados se abren aún más dejando a la vista la carne viva que arde espantosamente. Sin embargo, bebe y bebe y bebe, traga el agua en un intento desesperado de aplacar la sed que la agota. Al fin, alza la cara, sintiendo cómo la sal engullida le abre un millón de surcos glotones.

Se apoya con una mano sobre las rocas y los espinos del suelo, vomitando su padecimiento en el mar. El aire se llena de pestilencia, de un olor asqueroso y podrido. Vacía sus intestinos frenéticamente, en un paroxismo de fervor insoportable. Siente todo el organismo desgarrársele, y arrancándose de sus sitios, las vísceras putrefactas son echadas afuera por la boca atestada.

Ríos de sangre y excrementos siguen el mismo camino, y junto con la orina que ha roto su dique en las entrañas, se confunden en el mar. A lo largo de toda la costa, otras miles de ciudades también arrojan sus intestinos en la misma corriente. El sol calienta las aguas cargadas de despojos, y las hace fermentar. El caldo espeso y fétido hierve pronto, levantando burbujas y vapor inmundo. Poco a poco se evapora y se levanta pesadamente para formar densas nubes, que absorben con gula las emanaciones repugnantes, hinchándose más y más. Hasta que revientan. Y entonces, una lluvia, tan enferma como el lugar de donde proviene, se precipita sobre la ciudad.


miércoles, 7 de noviembre de 2007

Nada permanece excepto el cambio

"Ladrones que han robado el universo, hoy, que la tierra es poca para sus depredaciones, vienen a hollar el mar. Ávidos, si el enemigo es rico; ambiciosos, si es pobre... ni el oriente ni el occidente les basta. Sólo ellos son capaces de envidiar tanto. Destrozar, masacrar, pillar, eso es lo que ellos llaman gobernar. Para ellos, pacificar un país es transformarlo en desierto. Lo que nos es más querido en este mundo, nuestros niños, nuestros padres, ellos lo toman. Nuestros bienes, nuestra fortuna, son absorbidos por los impuestos; nuestros trigos, por las requisiciones; nuestros brazos, nuestros cuerpos, son usados para talar los montes, secar pantanos, bajo el látigo y la injuria..."

Antes de ir a los comentarios y ver quién y cuándo dijo esto: ¿quién y cuándo dijo esto?

lunes, 5 de noviembre de 2007

Un penique por el viejo Guy Fawkes


Remember, remember, the Fifth of November,

the Gunpowder Treason and Plot

I know of no reason

why Gunpowder Treason

should ever be forgot.

jueves, 1 de noviembre de 2007

El eterno retorno de Willi Mastrosimone

Muchos de los pocos lectores de este blog habrán notado, tal vez, la simpática foto que adorna una de las columnas del costado. Allí podíamos apreciar a Willi Mastrosimone, simio personal, sentado frente a una máquina de escribir. El pequeñuelo ha finalizado su primera obra literaria, cumpliendo sin mosquearse el objetivo de superar artísticamente los "20 poemas de amor y una canción desesperada" de Pablo Neruda. He aquí un extracto del debut literario de Willi:

"...ssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss
ssssssssssssssssssssssssssss
ssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssssss
ssssssssssssnaaaaaaaaa
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
aa
aaaaaaasssssssssssssssssfssssfhgggggggss
sassfssssssgggggggaaavmlvvssajjjl
ssssssssssssssssajjjajaajjsssssaaaaaaaaaaaaavvjjjjlajj(...)"

Como verán, la teoría de los simios escritores no es ningún desvarío, por más que en este caso el desafío fuera irrisorio hasta para el intelecto de un chimpancé.
Hay una cuestión interesante, empero, que implica la susodicha teoría. Básicamente, la podemos resumir así: si ponemos a un mono frente a un teclado, y el animalito procede a digitar las teclas al azar durante un tiempo infinito, terminará escribiendo, tarde o temprano, todas las obras que se hayan escrito y las que sean posibles escribir.

A mi mente acude enseguida el genial cuento de Georgie Borges La biblioteca de Babel. No cuesta mucho deducir que el mono de la teoría es esa maravillosa biblioteca, pero en potencia.

¿Qué sucede si intentamos extrapolar estas ideas al universo concreto? Pensemos por un momento en otra teoría, la del eterno retorno. Y, tomándonos ciertas libertades filosóficas, démosle un significado lo más material posible.
Pensemos entonces en un universo finito, pero de tiempo infinito. Nunca tuvo un comienzo y nunca tendrá un final. ¿Qué sigue de esto?
Sólo una cosa: si el universo en cuestión está en permanente cambio, y este cambio consiste en diferentes combinaciones de la materia que lo constituye, debemos deducir que estas combinaciones no son infinitas. ¿Qué pasa entonces cuando se han dado todas las combinaciones posibles?
Forzosamente, las combinaciones empezarán a repetirse. Ad infinitum. Todo lo que sucede , ya ha sucedido y volverá a suceder, eternamente.

El simio escritor no es más que una ejemplificación pintoresca de ese eterno retorno. Porque una vez que haya escrito todas las obras posibles, todavía le quedará tiempo para volver a escribirlas.

Quizás esta historia les suena conocida. No sería raro: quizás ya la han leído infinitas veces y la volverán a leer otras tantas, con la misma sospecha y sintiendo el mismo déjà vú.

viernes, 26 de octubre de 2007

Nunca

"Matar dragones". "Matar dragones", pensó, la primera vez que la vio. Deslumbrado, enmudecido, postrado.

Su corazón se llenó de deseos súbitos, y en su vientre sintió un vacío.

"Nunca. Nunca. Nunca".

Pero vale la pena, toda la sangre del mundo.

Se calzó un armadura brillante, una capa azul oscuro, y ciñó su espada al cinto. Montó su caballo de guerra, y lanza en alto echó a andar.
Temprano en la mañana.

"Nunca. Nunca. Nunca".

Pronto entró en batalla.
Cualquier arrogante le servía a su arrogancia.
Un duelo.
Otro más.
Una embestida.
El sabor de su sangre sucia de tierra. La sangre ajena que corría por su espada.

"Nunca. Nunca. Nunca."

Poca comida, el sueño suficiente. Una idea fija, que ni mil caídas le podían quitar.
Un vicioso en un mal día.
El acero ya templado.
Un golpe de suerte.
El cariño ganado y la confianza segura.
La sonrisa serena.

Mediodía.

"Nunca. Nunca. Nunca".

La espada protectora de los muchos que sufrían. El azote implacable que cabalgaba sin descanso.
Uno.
Otro.
Todos caían.
Una sola sombra, un único anhelo.

La tarde va pasando.

Ya en todos lados se canta su leyenda.
Ya el último golpe corona su gesta.

"Nunca. Nunca. Nunca".

Pero regresa.

Cicatrices cansadas.
Una pequeña herida abierta.
La espada enfundada, el trote sereno.
Tras de sí el recuerdo, de todas las hazañas, de todos los tesoros, de todas las batallas.

La segunda vez que la vio, desmontó y se arrodilló.
Con una reverencia, tomó el mundo conquistado entre sus manos.

“Es tuyo, te lo regalo”.

Ella lo tomó, quizás dudando.

“Gracias, pero no era necesario”.
Y sonrió.

Él devolvió el gesto con otra reverencia, y montó.
El horizonte devoraba al sol.
Los últimos rayos en sus ojos tristes.
El tranco lento.
La sombra larga en su huella cansada.

Allá atrás, ella aceptaba un café.

sábado, 20 de octubre de 2007

Solución Final

El miércoles pasado, en Código País, mostraron un informe que habían realizado en Conchillas, mi querido departamento de Colonia, acerca de las reacciones de la gente del lugar ante la instalación de la fábrica de celulosa ENCE en la zona.
Me llamó la atención una opinión en particular, la de una adorable anciana (ustedes sabrán mirar adecuadamente del revés la antecedente expresión), acérrima defensora de la instalación de la empresa, opinión que más o menos se resumía así:

La gente necesita trabajo --> ENCE ofrecerá muchos puestos de trabajo.
Los agrotóxicos que se usan en fumigaciones por los campos del lugar contaminan y enferman, y siempre lo han hecho --> en toda actividad habrá contaminación, qué vamo' a hacer entonces, ¿vamos a no trabajar más y morirnos de hambre?

Es un razonamiento muy extendido este, y muy seductor, pues se basa en esa especie de criollo sentido común tan propio de una sociedad de viejos como la nuestra.
Es por eso que les traigo, amigues, y en vista de que las fuentes de trabajo son el fin que justifica todos los medios, la Solución a los problemas más terribles que nos aquejan, es decir, la desocupación y la pobreza.

Como ha quedado irrefutable y empíricamente demostrado en el siglo XX, podemos frabricar jabón con humanos. Entonces, ¿por qué no agarrar a muchos pobres y desocupados para que conviertan en jabón al resto de los pobres y desocupados?
Imagínense: podríamos no sólo surtir nuestro magro mercado interno, sino también exportar a troche y moche. Podríamos incluso especializarnos (préstamo del Banco Mundial mediante) en la producción de jabón, desde los de uso cotidiano hasta finos jabones para los consumidores más selectos del Primer Mundo.

Si esta idea no les cabe, quizás por basarse excesivamente en un modelo extranjero, podemos aggiornarnos a los nacionalistas tiempos que corren y hacerlo más a la uruguaya: que muchos pobres y desocupados procedan a faenar al resto, obteniendo carne de primera (por uruguaya, obvio) para exclusiva exportación de lujo. Y seremos pioneros mundiales y (probablemente por un tiempo) sin competencia, a la vez que recuperamos una costumbre ancestral. Ahora que está de moda todo lo retro, ¿vieron?

Como gesto de altruismo y para dar el primer paso, renuncio a cobrar regalías por mis ideas al gobierno que esté dispuesto a llevarlas adelante. No jodan, no tienen excusas.

viernes, 19 de octubre de 2007

Agarrate Sauron

Porque no le alcanzó con el Uruguay...

ahora va por la Tierra Media!

miércoles, 10 de octubre de 2007

El agnosticismo según DEG

Durante mis últimos años de liceo entré en contacto, por pura curiosidad, con la obra de Borges. Dos libros, en particular, hicieron que Georgie ganara de inmediato un lugar de privilegio en mi altar politeísta: Ficciones y El Aleph. De alguna manera, esas lecturas terminarían por partirme la cabeza y cambiar en muchos aspectos mi forma de pensamiento y mi forma de comprender la literatura.

En Ficciones hay un cuento que fue clave para muchas de mis elucubraciones filosóficas de entonces: Tres versiones de Judas.
No sé muy bien cómo, porque el cuento (aunque probablemente lo implique) no afirma lo que yo afirmaré enseguida, pero me hizo pensar en una concepción de Dios que había permanecido invisible a mí hasta ese momento.

Supongamos que Dios existe. ¿Cómo lo definiríamos? Creo que la característica diferencial es la omnipotencia. Dios sería un ser omnipotente, todopoderoso. Y he aquí en lo que el cuento de Borges me hizo caer en la cuenta: Dios todo lo puede. Y subrayo el todo, porque es el punto central a partir del cual se derrumbó mi ya endeble protestantismo para dar paso al agnosticismo.

Si todo lo puede, Dios puede hacer tanto el bien como el mal. Pero esto no es lo más importante. Lo importante es que si Dios todo lo puede, puede mentir.
Supongamos entonces, ahora, que Dios puede comunicarse con los humanos de alguna manera, ya sea a través de un libro sagrado o directamente (por ejemplo, por medio de la oración o alguna revelación divina). ¿Cómo sabemos si lo que dice Dios es verdad?

No hay forma de saberlo. Cualquier certeza que se pretenda sobre Dios, más allá de la omnipotencia, es imposible. Nadie puede decir que tal cosa es lo que Dios quiere o lo que no quiere, porque aún basándose en una supuesta voluntad manifiesta de Dios, ésta podría ser una vil mentira (bah, mentira a secas, pero vil queda más linda).

Ya con esto se derrumba, internamente, por medio de una crítica idealista, cualquier religión que se base sobre el monoteísmo de un Dios todopoderoso.

***

El agnosticismo, me parece, es la única posición racional sobre las cuestiones religiosas y teológicas. Contrariamente a lo que se representa el imaginario colectivo, el ateísmo es irracional.
Tanto el religioso como el ateo son creyentes. Uno afirma: "Dios existe". El otro afirma: "Dios no existe". Pero ninguno puede demostrar sus afirmaciones. Son simples expresiones de fe.

El agnóstico, en cambio, no cree. Las respuestas las busca de formas racionales, formas que por definición están reñidas con el creer.
El problema de la existencia de Dios le es banal, porque sabe que no puede demostrar ni su existencia ni su no-existencia; ergo, nada se sacará del asunto por medio de la razón. Diciendo esto, está todo dicho.


(Ataque gratuito de mi incontenible anticlericalismo)
Allons enfants de la Patrie...

________

* Acá hay un artículo, claro y conciso, que trata más o menos sobre lo mismo, sólo que habla de los ateos exactamente en el mismo sentido que yo hablo de los agnósticos.

** No dejen de leer Tres versiones de Judas. Nunca.


sábado, 6 de octubre de 2007

La Verdad

El Universo es música.
Todo está formado por átomos.
Materia pensante, estás formada por átomos.
Y ahí adentro,
las partículas se mueven, en caos aparente,
y donde hay movimiento hay vibración,
y donde hay vibración hay sonido.
Y donde hay sonido,
hay música.
El Universo es música.

miércoles, 3 de octubre de 2007

Manifiesto Carnívoro

Encontrábame a la deriva en la Internet cuando me topé en este blog, con este video:

30 Razones para hacerte vegetariano



Ya aquí había expresado una vez, si bien al pasar y de refilón, lo que pienso sobre los vegetarianos.
Pero examinemos esta joyita traída a nosotros por P.E.T.A.
Los tipos estos nos dan unas supuestas 30 razones en contra de la carne... una más absurda que la otra. Degustemos:

1. Porque las enfermedades del corazón comienzan en la infancia.
Este enunciado por sí solo, es una verdadera incógnita.

2. Porque una dieta vegana revierte las enfermedades del corazón.
Ah, ahora se entiende (igual es trampa, es una razón y no dos). ¿Cómo se puede demostrar una afirmación tan tajante?

3. Porque comer carne engorda.
Qué facil es la causalidad para esta gente.

4. Porque no deberías tener que mentirle a tus hijos acerca de la comida que comés.
¿Eh?

5. Porque en cada paquete de pollo hay una caquita.
¿¿Eh??

6. Porque la carne es sucia y sangrienta.
Sí, si está cruda y se te cayó al piso, la cual dudo que componga la dieta de algún carnívoro humano.

7. Porque no es justo.
No, es rico.

8. Porque ninguna criatura viviente quiere ver a su familia masacrada.
Bueno, basta con taparle los ojos a los terneritos.

9. Porque comer carne causa impotencia.
Sí, señora, leyó bien. Y si fuera cierto, haría rato que los humanos se habrían extinguido en el Río de la Plata.

10. Porque no te comerías a tu perro.
No, pero me comería la vaca de un hindú.

11. Porque la "vaca loca" está en Estados Unidos.
Ajá.

12. Porque es violencia que podés detener.
Naaa...

13. Porque nadie debería tener que matar para vivir.
Obvio, porque las plantas no son seres vivos. Y ya mismo inicio una campaña para que los leones dejen de cazar gacelas.

14. Porque se necesita una pequeña persona para golpear un animal indefenso.
Esta gente no ha comprendido el encanto de ver a un enano pegándole a un bebé mamut.

15. Porque ningún animal merece morir por nuestras papilas gustativas.
...si sabe mal.

16. Porque el grano usado para alimentar animales podría usarse para alimentra personas hambrientas.
¿Y para qué se alimenta al ganado si no es para alimentar a personas hambrientas?

17. Porque más de la mitad del agua usada en Estados Unidos lo es para criar animales para comer.
¿Y?

18. Porque no podés comer carne y llamarte ambientalista.
Mirá como puedo: "Como carne y soy ambientalista".

19. Porque están indefensos.
Y riquísimos.

20. Porque cuando los animales sienten dolor también gritan.
Coooorrecto.

21. Porque no quieren morir.
¿Qué sabés?

22. Porque sienten miedo.
Estos tipos son unos cráneos.

23. Porque no importa cómo la cortes, sigue siendo carne [viva].
Me siguen sorprendiendo.

24.Porque el comercio no es excusa para el asesinato.
Una película de Jennifer López es excusa para el asesinato.

25. Porque ni siquiera las prisiones están así de hacinadas.
Si la policía aprendiera de la industria del pollo...

26. Porque las alas no son para esto.
¿Y las plantas son para comer?

27. Porque todos quieren ser libres.
¿También las plantas?

28. Porque comer pescado no te hace vegetariano.
Bullshit, cualquiera sabe que los pescados no tienen sentimientos.

29. Porque la fuerza no hace el derecho.
Deberían leer El Príncipe.

30. Porque sabés que está mal.
Mmmpff


Haciendo a un lado la guarangada, es obvio que como razones para hacerte vegetariano son más bien pésimas. De hecho, la mayor parte de las críticas implícitas en la lista deberían dirigirse a la industria y a la comercialización de la carne. Y la filosofía subyacente es muy floja.

Por si esto fuera poco, mal lugar se han buscado los predicadores vegetarianos. Esto es el Río de la Plata, muchachos, región con el primer y tercer país con mayor consumo anual de carne per cápita del mundo. Le erraron feo.
¿Se imaginan a Otorgués dándole duro a las milanesas de soja, o a Rosas degustando una ensaladita de lechuga y zanahoria a modo de almuerzo, acompañado de un vasito jugo Ades?

Por haber crecido en un medio semi-rural, tuve oportunidad de presenciar desde mi más tierna infancia, infinidad de carneadas y todo tipo de procesamientos y producción old school de derivados cárnicos. Por supuesto, siempre fui carnívoro. Pero sucedió que una vez, teniendo yo como diez años y en medio de una carneada, sentí una repentina indignación y solidaridad ante un chancho al que estaban degollando vivo, patas arriba sobre una tabla, cosa de sacarle la sangre para hacer morcillas. Se imaginarán los gritos desgarradores del animalito e'Dió...
A tal punto me ganó ese súbito sentimiento de justicia animal, que le dí una patada a mi tío (uno de los carneadores) y allí mismo prometí no volver a comer carne. Sin saberlo, me había convertido en vegano.
Eso habrá pasado como a las 3 de la tarde. El vegano berretín me duró exactamente hasta la hora de la cena, cuando pusieron frente a mí un plato repleto de humeantes costillas porcinas, que procedí a devorar junto a la culpa de estar ingiriendo a mi momentáneo camarada.

Sépanlon: comer carne está buenaso. Vegetarianos: son adoptados. Pero sigan así para que los carnívoros sepamos qué hacer si alguna vez dudamos. Go ahead, pastando por la vida lo más panchos (de tofu, obvio).

miércoles, 26 de setiembre de 2007

El poeta


Dios creó un mundo perfecto. La medida de esta perfección está dada, por supuesto, por la medida de los propósitos divinos; es decir, el mundo creado por Dios no es perfecto porque sea el mejor de todos los mundos posibles e imposibles, sino porque dicho mundo funciona de la exacta manera que quiso su creador.
¡Ah, no! salta uno de mis demonios. A veces ese mundo se sale de los planes y agarra su propio rumbo, vaya uno a saber por qué motivos azarosos e impredecibles que no vienen al caso.
Correcto. Es cierto; en ocasiones sucede que el mundo planificado por Dios se escapa de sus controles férreos y todopoderosos. Y el mundo, entonces, queda librado a su suerte y pierde el improbable y dudoso sentido que quiso imprimirle su creador.

Dios, además, creó ese mundo hermoso, deslumbrante, misterioso y provocativo. A veces con raptos de inspiración clara, sublime y despejada, a veces con inspiración sombría y somnolienta: así dio origen a toda la gama de bellezas divinas, desde las mujeres hasta los buitres, y desde los buitres hasta las mujeres.

Así, me atrevería a decir que Dios es un creador por definición. Y como todo creador, ama a su obra, y como todo amante, es celoso, y no tolera que nadie toque, transforme o arruine su obra. Pero además, Dios es Dios, por algo es quien es y por ende no es un creador cualquiera. Y como tiene el poder para hacer lo que se le cante, es el amo del universo (mitad porque es omnipotente y mitad porque él lo creó). Y como tal, sus deseos y caprichos son órdenes para todas sus creaciones.
Y ahí están las reglas, llamadas mandamientos, y las infracciones, llamadas pecados, y el castigo, llamado infierno. En realidad, a Dios no le importa mucho que un humano mate a otro humano o a cualquier otra bestia (llámese teólogo o cantante de cumbia), ni que entre ellos se roben, o se mientan, o se deseen, o se duerman. Esas nimiedades no merecen mucho más que un tironcito de orejas, un padrenuestro o un ayuno, y ya está, perdonados y a otra cosa.
Por el contrario, hay un pecado que ciertamente Dios no tolera y que merece el castigo divino con todo el peso de la ley celestial, y es porque se trata (a diferencia del resto) de un pecado que va contra Dios y lo toca en su ego. Me refiero, por supuesto, a la blasfemia.

Dios es un buen tipo, es santo, bondadoso, justo y todas esas cualidades que gustan endilgarle los espíritus que hace mucho no calman sus pasiones adecuadamente, pero tiene un límite. Como el creador orgulloso y omnipotente que es, reacciona con furia (quizás escondiendo un oscuro temor) contra quien intenta ponerse en su lugar.
Y de entre todas las criaturas que salieron de sus manos, hay una cuyo propósito en la vida es emular a Dios y hacer lo mismo que él hace: el poeta.
Esta criatura desgraciada crea mundos perfectos y hermosos, de los cuales es amo y señor (y los cuales a veces, y más a menudo de lo que sospechamos, también se le van de las manos); y los crea según su gusto y antojo, porque nadie le pone reglas y porque no tiene más límite que su imaginación y su propia capacidad de crear.
Semejante afrenta al orgullo de Dios, tan terrible blasfemia, no puede quedar impune, y es así que Dios castiga al poeta mandándolo al Infierno, por poeta y por su pecado. El pecado de crear.
No hay salvación para los poetas. Todos se van al Infierno. Y cuanto más hermosa, deslumbrante, excelsa y sublime sea su creación, más intensa será la furia divina, más ardientes serán los fuegos eternos. Ese es el destino y la maldición de todo poeta; porque no hay poeta que no esté maldito.

martes, 25 de setiembre de 2007

miércoles, 19 de setiembre de 2007

No necesitamos tu democracia

Parece que en Octubre saldrá el primer disco solista de Serj Tankian, cantante de System of a Down. El título, Elect the Dead.
El armenio-líbano-estadounidense tiene planeado hacer un video para cada canción del álbum. Hace ya un par de semanas que se lanzaron los primeros cortes con los correspondientes videos: Empty Walls y The Unthinking Majority. He aquí el segundo:



The lyrics:

We don’t need your democracy
Execute them kindly for me
Take them by their filthy nostrils
Put them up in doggy hostels

We don’t need your hypocresy
Execute real democracy
Post-industrial society
The unthinking majority

Anti-depressants
Controlling tools of your system
Making life more tolerable

I believe that you’re wrong
Insinuating that they hold the bomb

Clearing the way for the oil brigade


(Sólo transcribí una vez cada estrofa, pues éstas se repiten varias veces - criticable costumbre que mantiene, al menos en esta canción, respecto a las de SOAD)

Como el propio Tankian lo ha expresado, y como se cae de maduro con esta canción, su obra tiene un claro sentido político. Tal vez peca de demasiada simplicidad lírica (en este caso), aunque tal vez sea la mejor forma de decir lo que quiere decir. Al igual que en Empty Walls, el tópico es la guerra contra el terrorismo y la guerra de Irak, tópicos sobre los cuales Tankian fijó su posición dos días después de los atentados de Nueva York. Escribió un artículo llamado Understanding Oil (algo así como "Entendiendo el petróleo"), que dio lugar a una mayúscula controversia y a groseras malinterpretaciones, por su fuerte contenido en contra de los intereses globales norteamericanos, intuyendo la que se venía sobre Irak. Lo acusaron de justificar los atentados, obvio.

El compromiso político de Tankian no comienza con esos sucesos. Su ascendencia armenia ha jugado un papel muy importante en su vida política, siendo un ferviente impulsor del reconocimiento y la concientización acerca del genocidio armenio, que fuera perpetrado por los turcos durante la Primera Guerra Mundial (sus propios abuelos son sobrevivientes).
Junto con Tom Morello, guitarrista de Audioslave y Rage Against the Machine, fundó Axis of Justice, una organización que no entiendo bien que hace pero la idea es generar conciencia sobre temas jodidos, como el racismo, los derechos humanos, la justicia económica.

De la misma forma, System of a Down también tiene una clara impronta política. Ya sé, no parece lo más consecuente que una banda que suele ser promocionada en MTV pretenda dárselas de anti-sistema... a menos que su propuesta vaya en otros sentidos a lo que nos podría sugerir el ser "anti-sistema" a primera vista. Me provocó una sonrisa escucharlos vociferar "Revolution, the only solution", en la canción P.L.U.C.K. (Politically Lying, Unholy, Cowardly Killers), pero al revisar su letra uno se da cuenta que hablan del genocidio armenio y no de la dictadura del proletariado. Por otro lado, habría que ver a qué se refieren con Revolución.

Porque bien podríamos pensar que no es nada despreciable la intención de generar conciencia sobre temas micro políticos, y también de los otros. Cuestionar tan frontalmente la política del gobierno usamericano no tiene nada de pequeñez, viniendo desde adentro. No es menor el reclamo por los derechos civiles que la Patriot Act ha violentado.
Recuerdo ahora la canción Boom!, creada en las vísperas de la invasión a Irak. La imagen final del video, dirigido por Michael Moore, siempre me llena de tristeza. Un niño, probablemente árabe, andando en bicicleta con una enorme sonrisa dibujada en su rostro.

***

Bien puede a uno darle igual todos estos asuntos. Aún así, vale la pena pegarle una escuchada a este tipo. De hecho, lo primero que me pegó de la banda fue el estilo musical y la privilegiada voz de Tankian.
No sabría cómo describirla, así que no lo voy a intentar. Dejo aquí algunos ejemplos para que degusten.






Roulette


Afortunadamente, la influencia armenia en Tankian no sólo aparece como una denuncia, sino también en forma artística. System of a Down echa mano de mucha cosa folklórica armenia (instrumentos, ritmos, etc.), aunque sin salir de las formas del rock.

En un primer experimento por fuera de la banda, el Serjio sacó un disco junto a otro músico armenio, Arto Tunçboyacıyan (vaya uno a saber cómo demonios se pronuncia), llamado Serart. Este tipo ya había colaborado con SOAD, en una pista oculta al final del disco Toxicity: una pieza litúrgica llamada Der Voghormya (Dios ten piedad), pieza fascinante, por demás.

Como decía, Serart tiene toda la pinta de ser una obra fuertemente experimental; mis conocimientos de música tradicional armenia son nulos, pero este disco parece tener en ella su fuente primigenia.

A quien le interese (de más está decir que vale la pena su escucha), lo dejo acá abajo.

viernes, 14 de setiembre de 2007

Terror al Terror

El Terror no es sino la justicia rápida, severa, inflexible.

Maximilien de Robespierre


La Revolución Francesa es uno de los episodios más apasionantes de la historia. Pocas veces dicho adjetivo adquirió un sentido tan literal: durante esa década que cerró el siglo XVIII, se desataron en Francia fuerzas, impulsos y pasiones incontrolables, que marcan el devenir de nuestro mundo hasta el día de hoy.
Allí encontramos la muerte de un régimen por largo tiempo agonizante, caduco, completamente socavado; allí encontramos la formulación política casi acabada de los principios fundamentales a los cuales aún hoy estamos sometidos y de los cuales aún hoy recogemos sus frutos; y allí vemos, asombrados, en ciernes y aparentemente adelantándose a su tiempo, las tendencias revolucionarias más extremas y radicales.

La Revolución comenzó como un levantamiento de la aristocracia, que se rehusaba a pagar unos nuevos impuestos que parecían ser la única salida a la bancarrota de la corona. Luis XVI se ve obligado a convocar a los Estados Generales, una asamblea donde estaban representados los tres órdenes del reino: clero, nobleza y tercer estado, con la intención de que aprueben los impuestos. Pero en contrapartida, el tercer estado, dominado por la burguesía, comienza a realizar una serie de reivindicaciones que apuntan a terminar con el absolutismo y a establecer una monarquía parlamentaria. Derechos ciudadanos, qué otra cosa.
La intransigencia del rey provoca la radicalización de los burgueses y la de aquellos sectores afines a sus intereses: la nobleza de toga, en su mayoría burgueses ennoblecidos, y el bajo clero, de extracción popular.
La irrupción de las masas parisinas, que asaltan la Bastilla en busca de armas, es el golpe de gracia al absolutismo y un punto de inflexión decisivo. Al poco tiempo, los campesinos también se rebelan contra los señores.
Los Estados Generales, convertidos ahora en Asamblea Nacional, abolen los derechos señoriales. Es el fin del feudalismo en Francia. Redactan la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano.
En 1791, está lista la Constitución. Una Constitución burguesa que consagra una monarquía limitada.
Pero en agosto de 1792, y frente la amenaza de una invasión austríaca y prusiana para restaurar el absolutismo y el descontento general hacia el rey que se había encargado de sabotear los proyectos de la Asamblea Legislativa, el pueblo asalta el palacio real, depone al monarca y se convocan a elecciones. El resultado es un nuevo cuerpo de gobierno, la Convención, y el final de la monarquía. Francia es ahora una República.

La guerra con las potencias absolutistas no se hace esperar. El peligro de una infección revolucionaria europea es demasiado real como para quedarse de brazos cruzados.

En enero de 1793, tras ser juzgado por conspirador, es ejecutado Luis XVI.

Entre tanto, la guerra contra Austria y Prusia va de mal en peor. Los girondinos, el grupo revolucionario moderado y predominante dentro de la Convención, es visto como el responsable del desastroso rumbo de la guerra. Francia misma parece estar al borde de la desintegración.

El poder girondino se tambalea. Sus opositores radicales, la izquierda de la Convención, ve llegada su hora. Es el momento para que los jacobinos tomen el poder.

¿Quiénes son estos jacobinos? Pertenecientes a la pequeña burguesía, defienden ideas liberales radicales que los acercan a las masas populares. Basándose en las ideas de Rousseau, probablemente el filósofo ilustrado más radical y demócrata, proponen el sufragio masculino universal, el control de precios, y una concepción del poder que poco tiene que ver con las moderaciones de sus predecesores.
Las ideas comunitaristas de los jacobinos, y sus concepciones populares, sellan la alianza con las masas de sans-culottes: asalariados, artesanos, trabajadores independientes y pequeños comerciantes, parte considerable de la población urbana.

Los jacobinos, liderados por Maximilien de Robespierre, se ven enfrentados a una situación límite. O salvan a Francia y la Revolución, o Francia desaparece. ¿Cómo hacer para salvar la Revolución?

Por primera vez en la historia moderna vemos desplegarse una estrategia de Guerra Total. Todos los recursos del país para la guerra: alimentos, vestimenta, armas, personas. Se impone la leva en masa. El ejército popular francés, un ejército de desharrapados, comienza a dar vuelta el curso de la guerra, una guerra que ha unido a toda Europa contra la Revolución.
Y dentro de Francia, se desata el Terror.

La República o la Convención Jacobina se conoce también como el Terror. Los enemigos de la Revolución, y aquellos sobre los que pese alguna sospecha, son ejecutados tras juicios sumarísimos. Los jacobinos se libran así de los contrarrevolucionarios al tiempo que sofocan las disidencias conservadoras y radicales. La guillotina sube y baja sin descanso.
Los bienes de los condenados son confiscados. Los recursos del Estado aumentan, pero los abusos y la corrupción están también a la orden del día.

Los jacobinos redactan una nueva Constitución, democrática y republicana, que consagra el sufragio universal masculino. Llevan a la práctica el control de precios, que alivia la carestía que sufren las clases populares. Sin embargo, sus políticas se detienen ante la propiedad privada, reprimiendo las tendencias que promueven su abolición.

La guerra sigue su curso. La victoria está ahí. Pero el mantenimiento de la guerra exige medidas cada vez más drásticas; y al interior del gobierno las tendencias diversas se hacen manifiestas.
Robespierre, un idealista inflexible, frío y austero, que no en vano se había ganado el apodo de Incorruptible, trata de poner coto a una situación que se le escapa cada vez más de las manos.
A su turno, son descabezados (metafórica y literalmente) los radicales populares que anteayer eran aliados, y los jacobinos moderados que ayer eran amigos. Sus cabezas ruedan en la pila donde hace rato descansan las testas girondinas.

¿Quién será el próximo? Nadie lo sabe, cualquiera puede caer bajo las sospechas de Robespierre. Y ser sospechoso equivale a una sentencia de muerte.
La guerra termina, al fin. Francia ha ganado. Pero irónicamente, esta victoria arrastra consigo a lo que queda del depurado poder jacobino. Ya no hay razón para soportar sus excesos. Hastiada la Convención de la dictadura de Robespierre, se rebela contra él. Las masas que otrora lo habían sostenido, se han quedado sin sus líderes, víctimas del Terror. No hay reacción popular que salve a Robespierre; él mismo cavó la tierra sobre la que se apoyaban sus pies.

Es la reacción del Termidor. El Incorruptible y sus pocos camaradas son guillotinados. La Constitución democrática del 93 nunca entrará en vigencia: los moderados vuelven al poder.

***

El Terror se recuerda como una época sanguinaria, irracional, oscura. Los jacobinos son recordados como unos fanáticos peligrosamente radicales, y como tales, también irracionales, locos.
Ya en las épocas inmediatamente posteriores a estos sucesos serán (des)calificados como jacobinos los revolucionarios americanos de tendencias más populares y democráticas. Sin ir más lejos, los patricios tacharán a Artigas de jacobino, y jacobinas serán sus ideas federalistas y democráticas.

Y desde aquel entonces, en el relato y el imaginario colectivo construido por los poderosos, por los conservadores, jacobinos serán los que cuestionen radicalmente el status quo, o quienes muestren algún atisbo de acción inmediata y extrema, o quienes sencillamente propongan una solución a problemas políticos por fuera de lo normal, es decir, por fuera de los mecanismos que el propio poder ha establecido.

Jacobino, para los conservadores, es una mala palabra. Es una descalificación. El Terror aún sigue surtiendo sus efectos. Hay quienes aún, a más de dos siglos de distancia de aquellos sucesos, siguen aterrorizados por la amenaza de la irrupción violenta de las masas de desharrapados.

jueves, 6 de setiembre de 2007

Apuntes: Enemy at the gates

Enemigo al acecho, o Enemigo a las puertas, en español, es el nombre de la película protagonizada por Jude Law, Joseph Fiennes, Rachel Weisz y Ed Harris, acerca de la batalla de Stalingrado en la 2ª Guerra Mundial y en particular sobre la historia de Vasily Zaitsev, francotirador del Ejército Rojo y héroe de guerra en la lucha contra los alemanes.

Básicamente, la trama se desarrolla al compás del enfrentamiento entre Zaitsev (Jude Law), quien realmente existió, y por lo visto era un tirador excepcional, que diezmaba las tropas alemanas junto a varios tiradores más, sirviendo de exaltada inspiración para los desesperanzados soldados soviéticos, y el mayor Erwin König (Ed Harris), otro francotirador salado, alemán, y enviado a acabar con Zaitsev y lo que su accionar significaba para la moral de las tropas nazis.
Atravesando esta línea de la trama, está la relación entre Zaitsev, Tanya (Rachel Weisz), una soldado, y Danilov (Joseph Fiennes), comisario soviético, encargado de propaganda, y superior inmediato de Zaitsev. Éste y Tanya entablan una relación amorosa, al tiempo que Danilov, quien también desea a la muchacha, intenta acercarse a ella, en una constante tensión que lo mantiene siempre al borde de la traición a Zaitsev.

***

Al principio de la película, y luego del impactante cruce del Volga por parte de las tropas soviéticas, los rojos entablan batalla con los nazis. Pero la mitad de los soldados soviéticos no tienen armas; los que arremeten contra las ametralladoras alemanas con las manos desnudas deben esperar a que un compañero armado caiga para tomar su fusil. Obviamente, el ataque desesperado es repelido con brutalidad por los alemanes. Y por si fuera poco, los rojos que pretenden regresar a sus propias trincheras son acribillados, en forma deliberada, por el fuego soviético.
Siempre me pareció una metáfora terrible sobre la gente común, valiente y sacrificada atrapada entre dos fuegos que terminan siendo el mismo, el de los poderosos de turno que los mandan al muere por sus propios intereses.

***

Me eriza la piel la carta que le deja la señora Filipov a su hijo Sacha, carta que el niño jamás leerá. "Cuídate, Sacha mío".

***

Danilov, sobre el final de la película, sintetiza en unas pocas y sencillas líneas la crítica que Freud le realiza al comunismo. Danilov, ya completamente destrozado, le dice a Zaitsev que siempre habrá motivo para la desigualdad entre las personas, que siempre habrá algo que uno tenga y otro desee poseer también. Aunque no hubiera desiguladades materiales, siempre habrá envidia. Danilov lo vive en carne propia, consumido por esa envidia y enfrentado a esa terrible realidad: Tanya ama a Zaitsev, y ese amor es algo que el comisario nunca poseerá.

***

Esta película me recuerda, como muchos otros episodios de la 2ª Guerra Mundial, la deuda impagable que la humanidad tiene con el pueblo soviético. Fue la sangre soviética la que salvó al mundo del nazismo.

jueves, 30 de agosto de 2007

El bonsai


Una mujer acaba de tener un hijo. Se encuentra feliz, colmada de dicha; se siente completa. Sostiene al nuevo motivo de su existencia en su regazo, y lo mece suavemente, pegado a su pecho caliente y lleno de amor. El pequeño duerme apaciblemente, indefenso pero invulnerable dentro de la muralla de brazos, en la aséptica tranquilidad con olor a lavandina del hospital.
Cuando viene el médico a ver cómo anda el pequeño pedacito de alegría que ha venido a iluminar la vida de la mamá, ésta lo recibe con una sonrisa, tras la cual se adivina la sombra de una preocupación.
El médico le dice que todo eso es normal y que es parte de ser madre. Le dice que pasará con el tiempo.
En la vuelta a casa, la mamá pasa por una tienda de jardinería. Compra una campana de vidrio, macetas, tierra, abono, herramientas y algunos libros.
Sus días pasan dando leche a su pequeño muñeco regordete, acunándolo, haciéndole caricias y hablándole con palabras incomprensibles, mientras va leyendo los libros que acaba de comprar.
Apenas termina con la lectura, toma a su osito y lo coloca sobre la mesa, y con todo el amor que sólo una madre puede mostrar, va recortando cuidadosamente las extremidades del pequeño monigote con las tijeras de jardinería.
Primero las uñas de los pies, luego los extremos de los deditos; lo mismo con las manos, después con el pelo y la cabecita, y así con los trocitos de piel que van sobresaliendo. Va despacio, con ternura y con precaución; es la primera vez que lo hace, y tiene que tener cuidado.
Cuando termina le entierra los piecitos en la tierra de una maceta que había preparado antes, y le coloca encima la campana de vidrio de modo que quede recostado sobre ella. Y luego lo mira satisfecha.
Día tras día se va perfeccionando. Cada parte que sobresale del tronco de su angelito es recortada con precisión y delicadeza. Después lo amamanta y lo mece hasta que se duerme, y lo vuelve a enterrar en la maceta bajo la campana de vidrio. Y lo mira con la mayor de las satisfacciones, mientras ve complacida que la cabecita sigue recostada en el mismo lugar de la campana de vidrio.
La mamá se siente feliz. El muñequito regordete se ríe de vez en cuando, pues le da cosquillas cuando la mamá lo recorta, y sabe que después de eso viene la leche, el rítmico adormecer y la tibieza de su campana de vidrio.