lunes, 12 de noviembre de 2007

Peste

La ciudad está enferma. Arde en una fiebre feroz. El calor abrasador de su propio cuerpo la consume, la devora ávidamente, quemándola a fuego lento pero imparable. Se ahoga, abriendo su boca, tan seca como la arena del desierto. Siente subir por su pecho una tempestad de lava, y la escoria ígnea se acumula en su cuello, cerrándole la garganta y provocándole tal asfixia que su rostro se trastorna.

Intenta respirar. Pero sólo consigue llenarse los pulmones de un aire caliente que le achicharra los tejidos como si fuera vapor de plomo. Tose, tose con fuerza intentando expulsar todos los desechos que la están sofocando, pero escupe unas pocas cenizas mugrientas que dejan tras de sí una senda de polvo. Vuelve a tomar aire, y aspira la misma basura que acaba de sacarse.

Las entrañas se le han hinchado, haciendo que se retuerza en convulsiones y espasmos. Las paredes de las tripas se le han estirado hasta casi cortarse. Vibran y tiemblan, originando un terremoto que se extiende por todo el cuerpo. Y de repente, con un sonoro y hueco estallido, explotan. Un torrente de desperdicios la arrasa, y se propaga con furia, con una furia contenida durante largo tiempo.

La ciudad se tambalea, bajando la cabeza, y buscando estérilmente refrescarse en el agua del mar. Sumerge su cara, pero la sal le pica los ojos, y los labios rajados se abren aún más dejando a la vista la carne viva que arde espantosamente. Sin embargo, bebe y bebe y bebe, traga el agua en un intento desesperado de aplacar la sed que la agota. Al fin, alza la cara, sintiendo cómo la sal engullida le abre un millón de surcos glotones.

Se apoya con una mano sobre las rocas y los espinos del suelo, vomitando su padecimiento en el mar. El aire se llena de pestilencia, de un olor asqueroso y podrido. Vacía sus intestinos frenéticamente, en un paroxismo de fervor insoportable. Siente todo el organismo desgarrársele, y arrancándose de sus sitios, las vísceras putrefactas son echadas afuera por la boca atestada.

Ríos de sangre y excrementos siguen el mismo camino, y junto con la orina que ha roto su dique en las entrañas, se confunden en el mar. A lo largo de toda la costa, otras miles de ciudades también arrojan sus intestinos en la misma corriente. El sol calienta las aguas cargadas de despojos, y las hace fermentar. El caldo espeso y fétido hierve pronto, levantando burbujas y vapor inmundo. Poco a poco se evapora y se levanta pesadamente para formar densas nubes, que absorben con gula las emanaciones repugnantes, hinchándose más y más. Hasta que revientan. Y entonces, una lluvia, tan enferma como el lugar de donde proviene, se precipita sobre la ciudad.


7 comentarios:

chicosoquete dijo...

es una lluvia de orina

Ama-gi dijo...

Montevideo agoniza, y ya nadie lo podra salvaaar...

серый человек (P) dijo...

Ay che! Todavia hay gente porfiada que jode con que Botnia contamina? No rompan mas los huevos che!
Un saludo sin olor!

Ama-gi dijo...

No es sobre Botnia. Es sobre la chimenea de ANCAP, las curtiembres, y el colector.

Wolvh Lórien dijo...

Che, que es eso del MORV?

Anónimo dijo...

no te creo, creo que desenvuelve en tu rinopoxiolico. mmmmm

Anónimo dijo...

The poor replica bags hobo failed to cause a stir in millions of Louis Vuitton aficionados. They seem to care more about the timeless high-key Monogram Canvas series or the ultra feminine Audrey Hepburn and Louis vuitton branch, let alone the understated hobo that doesn't arm itself with lucid LV initials or golden Louis Vuitton Paris plate.